En el año 2003 el Dr. Miguel Saredi siendo diputado nacional, fue quién presentó  el primer proyecto de creación del llamado «Registro de Violadores», muy parecido a la Ley Megan norteamericana; aunque con diferencias por las características de nuestra tierra,  población, y costumbres.

“El Registro, al contrario de lo que habitualmente se supone, no es un elemento represivo, sino disuasorio y preventivo”, explica Miguel Saredi, ex Diputado Nacional, “entre otros la Asociación Argentina de Psiquiatría, nos ayudó a observar y a notar, que la mayoría de los casos de delitos contra la libertad sexual la cometen actores que comprenden la criminalidad de sus actos, y son plenamente imputables, y que además es muy difícil casi imposible hacer en que no reincidan en sus actos delictuales”, remarcó Saredi.

Agregando: “La imputabilidad,  y la reincidencia son elementos claves, que hacen, que los delincuentes se abstengan, o se cuiden, cuando hay un Registro, porque al estar señalados y ser imputables, hasta desistan de su acción”.

«Isabel Yaconis una madre emblemática, que en ese mismo año 2003, había sufrido el asesinato de su hija -Lucila- , y tantas otras como las mujeres de Avivi (Asoc Victimas de Violación), participaron de ese proceso de lucha que aun hoy todavía continua, con las Madres del Dolor y tantas organizaciones y personas.También distintos legisladores tomaron mi proyecto y otros continuando esta temática. Entre ellos la ex diputada Paola Spatola», detallaba Saredi.

«Hechos  tan mediáticos como la liberación de más de 170 condenados por delitos contra la libertad  sexual en la Provincia de Buenos Aires abre siempre la herida sobre este tema. Lucila Yaconis, fue una adolescente de 16 años asfixiada al resistirse a una violación cuando cruzaba el paso a nivel de la estación Núñez, y su madre logro después de años de lucha la sanción de un proyecto de creación del Banco Nacional de Huellas Genéticas. Yaconis dio una incansable lucha como integrante de la asociación Madres del Dolor, y su  Banco Nacional de Huellas Genéticas, creado por ley y promulgado, permite cruzar los datos de ADN hallados en la escena del crimen de su hija con el de violadores condenados en distintos puntos del país. La creación de ese banco se hizo mediante la ley 26.870, sancionada en julio de 2013 y promulgada mediante su publicación en el Boletín Oficial 10 días después», nos explicó.

Miguel Saredi sintetiza diciendo que: “Los violadores reinciden en un noventa y cinco por ciento por lo que es ideal que, una vez condenados, sus datos ingresen al registro genético para poder ser comparados en otras causas” explicó Saredi quien no deja de resaltar a Yaconis como una luchadora ejemplar.

Y resaltó: “Mi proyecto estaba basado en la “Ley Megan» norteamericana, y en los estudios de la Asociación Argentina de Psiquiatría, que marcaba claramente algunas características de los sujetos que cometían delitos contra la libertad sexual :

  • Reincidencia.
  • Imputabilidad en la mayoría de los casos.
  • Altos niveles de posibilidades de eludir la justicia por habilidad y hasta formación intelectual de los delincuentes.
  • Efecto no solo represivo sino preventivo del Registro de Violadores.

El Proyecto fue copiado y retomado por distintos legisladores , y vuelto a presentar infinidad de veces, pero siempre tuvo algún «garantista», «abolicionista», «Progresista»,  o pueden ponerle el nombre que quieran; que permitió, que miles de mujeres no sean prevenidas, alertadas, ni defendidas, ante la cercanía de un perverso abusador, o «una pobre víctima -según algunos de nuestros legisladores- de una sociedad represiva o injusta».

“Luego de avanzar tantos años y por lo menos haber hecho comprender la criminalidad del caso y la reincidencia actitudes cómo liberar este tipo de delincuentes nos atrasa en años el trabajo. Esperemos que se recapacite», remarcó Saredi.

El caso Yaconis

Lucila, que este año cumpliría 30 años, fue asesinada el 21 de abril de 2003 cuando regresaba a su casa desde la de su abuela y fue abordada por un hombre que intentó violarla y, ante sus resistencia, la golpeó y asfixió a metros del paso a nivel cercano a la estación de trenes de Núñez, donde hoy hay una plazoleta que la recuerda.

«Cuando matan a mi hija entré en una vorágine para bajar el grado de dolor y no paré nunca, olvidándome de todo, hasta de mi salud. Hoy, por todo el trabajo que se hizo, podemos hablar de las cosas que pasan, de los delitos sexuales, de la violencia de género, decir ‘ni una menos’…», destacó Isabel.

La «madre del dolor» reconoció que a partir de lo sucedido con Lucila se produjeron muchos cambios y mejoras en el barrio: «Nosotros vivíamos en una zona donde la estación era súper oscura y ahí nos dimos cuenta que lo que le sucedió a ella le podría haberle sucedido a la hija o hijo de cualquier familia, a quien le podían quitar el derecho de transitar y de volver a casa».

«A partir de ello, la estación de Núñez tuvo el primer corredor de senderos seguros, a los chicos se les decía qué calles debían transitar, los comerciantes tenían los carteles de senderos seguros y eso empezó a funcionar bien», explicó.

La mujer añadió que «además empezó a haber mucha vigilancia mediante patrullajes de la comisaría treinta y cinco por las escuela y el corredor ferroviario se iluminó desde la estación Rivadavia hasta Lisandro de la Torre íntegramente»,

«¿Que faltó?, creo que faltaron recursos para investigar a fondo en ese momento. Fue tan escueta la investigación…primero investigaron a mi familia, después a los compañeros del colegio y luego a sus amigos. Yo caminé con ellos las calles de mi barrio buscando pistas todos los días desde las seis de la mañana pero los que investigaban no sabían bien dónde estaban parados», agregó Isabel.

Y concluyó: «Me dolería mucho pensar en que la causa quede archivada, siempre está la esperanza. Desde que mataron a Lucila mi vida se transformó, tuve una vida y ahora tengo otra, pero daría toda mi vida por tener a mi hija conmigo».

Por su parte, Miguel Saredi adjuntó en la entrevista, el proyecto original presentado en el año 2003. 

Ese mismo año, la revista Parlmentario lo premió a Saredi, como uno de los 10 diputados nacionales más laboriosos.