La desafección ciudadana con la política se ha convertido en una constante en las elecciones argentinas, y los últimos comicios provinciales vuelven a confirmarlo. En Chaco, Jujuy, Salta y San Luis se registraron importantes caídas en los niveles de participación electoral, en comparación con las legislativas de 2021. En algunos casos, los números fueron alarmantes: apenas el 52% del electorado asistió a las urnas en Chaco, mientras que en San Luis el descenso fue del 12,5%. En Salta, la segunda participación más baja desde 1983 confirma que el problema es sostenido y estructural.
Este comportamiento no resulta sorpresivo para quienes vienen estudiando el fenómeno. Ya en 2023, el balotaje presidencial que consagró a Javier Milei alcanzó apenas el 76,37% de participación, uno de los niveles más bajos desde el regreso de la democracia. Politólogos como Steven Levitsky y Daniel Ziblatt han advertido que cuando los partidos tradicionales pierden credibilidad, se abre la puerta a figuras antisistema que pueden debilitar las instituciones desde adentro.
Según Gustavo Zubán, detrás de esta caída en la participación hay una población frustrada, especialmente entre los sectores más vulnerables, que no encuentra respuesta a sus problemas ni representación política. Esto también lo confirma Santiago Giorgietta, director de la consultora Proyección, quien sostuvo que las clases medias bajas y los sectores populares que confiaron en Milei hoy se sienten desilusionados. “No hay propuestas con las que se identifiquen ni soluciones reales para sus problemas”, expresó.
La abstención, sin embargo, no favorece a todos por igual. En los distritos donde La Libertad Avanza obtuvo victorias, lo hizo con un núcleo duro que ronda el 30% del electorado, sin lograr expandir su base de apoyo. Para Giorgietta, eso refleja que el oficialismo nacional no cuenta con un respaldo mayoritario ni entre sus votantes iniciales. Facundo Cruz, en cambio, remarcó que los efectos de la baja participación son relativos: en algunos casos favorecen al oficialismo local, en otros a la oposición, dependiendo del contexto.
Los motivos detrás del ausentismo son múltiples. La descomposición del sistema de partidos, las dificultades económicas y los desdoblamientos electorales aparecen como los principales factores. Estos últimos, si bien diseñados para beneficiar a los oficialismos provinciales, terminan diluyendo la conexión entre el voto local y un proyecto nacional.
Paola Zuban, directora de una consultora especializada en opinión pública, interpreta esta apatía como el resultado de una prolongada sensación de frustración. Desde la pandemia, muchas personas se alejaron de la política y no han vuelto a acercarse. Aunque en 2023 algunos de esos votantes reaparecieron y apoyaron a Milei, los niveles actuales de abstención sugieren que ese vínculo fue transitorio.
Con este panorama, se consolida una tendencia: elecciones con participación cada vez más baja, fragmentación del mapa político y una ciudadanía cada vez más desconectada de los espacios tradicionales de representación. Lejos de ser una situación excepcional, todo indica que este fenómeno podría volverse una nueva normalidad.