Silvia Lospennato, diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, quedó en el centro de una polémica tras cometer un error garrafal. Al mencionar a Ramos Mejía, la legisladora confundió la tradicional localidad del conurbano con el Hospital Ramos Mejía, situado en la Capital Federal. Una equivocación que no pasó desapercibida y que generó indignación por tratarse de alguien que debería conocer a fondo el territorio al que representa en el Congreso.

El traspié no solo dejó en evidencia una preocupante ignorancia geográfica, sino que también abrió interrogantes sobre el verdadero vínculo de Lospennato con la provincia que la eligió como diputada. Su confusión fue interpretada por muchos como una señal de su desconexión con el conurbano bonaerense, donde localidades como Ramos Mejía forman parte del entramado social, histórico y político que cualquier representante debería manejar con precisión.

Las críticas no se hicieron esperar: ¿cómo es posible que una diputada nacional por Buenos Aires no sepa diferenciar una localidad de su distrito de un hospital porteño? La respuesta parece más política que geográfica. Lospennato ha dejado entrever su deseo de trasladar su carrera legislativa a la Ciudad Autónoma, lo que explicaría —aunque no justificaría— su desconocimiento sobre zonas clave de la provincia.

El episodio reavivó el debate sobre el compromiso real de ciertos representantes con el electorado. Muchos se preguntan si quienes ocupan cargos por la provincia están realmente interesados en sus problemáticas o si simplemente utilizan esos cargos como plataformas para posicionarse en otros ámbitos. El desliz de Lospennato parece alimentar la segunda hipótesis.