Lucila Chaparro tenía 10 años y estaba junto a sus papás el 31 de diciembre de 2004 cuando les confirmaron que David, de 14, había muerto en el boliche de Once.

La última vez que Lucila Chaparro estuvo con su hermano David, tenía puesta una musculosa celeste y blanca. Con esa remera con la que lo abrazó por última vez el 30 de diciembre a la tarde en Isidro Casanova, partido de La Matanza, fue con la que salió horas después a buscarlo al boliche Cromañón, escenario de una de las mayores tragedias del país. Hace 17 años, a raíz de un incendio, 194 personas murieron y las familias como la de Lucila todavía luchan por memoria y Justicia.

Hoy, Lucila atesora esa remerita, con la que su hermano la vio por última vez. “David me dejó en la casa de mi abuela, porque mis papás trabajaban y se fue a la casa de su amigo para desde allí ir rumbo a Once“.

La joven recuerda que fueron los papás del amigo de David quienes llegaron hasta su casa esa noche para avisarles del incendio: “Estábamos con mi papá listos para ir a tomar un helado cuando nos esteramos y así como estábamos nos fuimos para Once en el auto de ellos”.

De la búsqueda desesperada a la Morgue

“Era un caos. Se escuchaban a 10 cuadras las sirenas de la policía, los bomberos y las ambulancias. No te dejaban pasar pero nosotros pasamos igual. Mi papá entró a Cromañón y sacó a muchos chicos. Las ambulancias no daban abasto y en las bocas de subte había chicos desnudos desmayados”

En medio de las sirenas y los gritos, Lucila recuerda a su papá que chiflaba como cuando los llamaba en el barrio en Isidro Casanova para que volvieran a la casa. “Nunca más lo escuché chiflar así”, sostiene la joven.

Fueron horas de recorrer hospitales en Capital Federal y la provincia buscando a David. Lucila tenía 10 años y aún hoy lleva marcadas en la memoria las horas posteriores que se convirtieron en años de dolor: “Pasamos toda la mañana y el mediodía dando vueltas buscándolo hasta que a las tres o cuatro de la tarde, lo encontramos en la Morgue Judicial. El único lugar a donde no queríamos ir”.

La joven explica que la imagen con la que se encontraron era desoladora. “Estaban todos los cuerpos apilados y vos tenías que reconocerlo. Los tenían diferenciados por fotos, pero si no coincidía tenías que encontrarlo vos entre los cuerpos. Después de eso, tardaron como tres días en darnos el cuerpo. Le hicieron una autopsia no sé para qué, si sabíamos de qué habían muerto”.

En el mismo lugar, 17 años después

Lucila vuelve a sentarse en el mismo lugar en el que el 31 de diciembre de 2004 le dieron la noticia sobre la muerte de su hermano.

“Para mí, que repetía que David iba a estar con vida, fue tremendo. Fue quedarme sola, porque yo lo tenía a mi hermano no más. Éramos nosotros y mis papás. Quedé solita”, dice la chica que hoy tiene 27 años.

Sobre la banda Callejeros, Lucila hace un párrafo aparte. Cuenta que no le gusta la banda, que le cuesta escucharlos: “Cuando era chica yo los apoyaba pero se cagaron mucho en los padres, nunca estuvieron al lado de ellos. Ahora me pasa que si voy a un bar y pasan su música, me quiero ir”.

Fuente TN por Yanina Sibona