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Reportaje distinto a Miguel Saredi

Miguel Saredi “Mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos».

Hoy, 17 de Agosto, le hicimos una nota al vicepresidente del HCD de La Matanza y candidato a vicegobernador de la PBA, Dr. Miguel Saredi. No para hablar de política, sino por la Efeméride del día de la fecha, y lo entrevistamos como profesor y director de una carrera universitaria (Director de Ciencias Politicas y de Gobierno de la UCES).

 Lo Sabemos admirador del Gral. San Martín y hasta le ha puesto “Martina” a una de sus hijas. Es así, Dr. Saredi?

– “En realidad, porque también nació un 17 de agosto, mi querida hija se ligó el nombre en homenaje al Gral. San Martín, un héroe que mencionamos tanto, y tiene cientos, o miles de cuadras, con su nombre, avenidas, localidades, plazas y estatuas, pero que no conocemos”.

 

Porqué dice que no conocemos a San Martín?

 “Porque lo idealizamos y lo imaginamos como una esfinge con su sable, su uniforme, y su caballo, lejano y de bronce, a lo sumo se le conoce alguna de sus batallas, estudiadas en la escuela,  pero no sabemos qué era también un hombre; que como cualquiera de nosotros tenía sus gustos, sus preferencias, sus fortalezas, y sus debilidades; que lo hacen más grande aún”.

 

Uno no se imagina a San Martín en ninguna de sus actividades cotidianas

 “Hay tantas cosas para contar,  pero podríamos empezar,  como bien cuenta Adrián  Santos, entre otros, que San Martín -como en la actualidad millones de argentinos-  tenía como comida preferida  el asado. Por lo menos hasta antes de Macri (risas). El asado, el Gral. San Martín, siempre lo comía con un sólo cubierto: el cuchillo. Muy particular era en eso. Era muy hábil en comer así. Solía morder un pedazo de carne, y como los paisanos, cortaba el sobrante con un cuchillo afilado. ¡Había quienes se maravillaban que no se cortara la nariz!”.

 

Que otros gustos tenía San Martín?

“No le gustaba el mate. Amaba el café. Y como era conocedor íntimo del alma del soldado, para no «desairar» a sus muchachos, tomaba café con mate y bombilla. Conocía mucho de vinos,  y era un empedernido fumador de tabaco negro. Era muy buen jugador de ajedrez, y realmente era muy difícil ganarle”.

 

Uno se imagina a San Martín distante como General,  y con mucha gente sirviéndolo

 “Por eso digo que no conocemos a nuestros héroes,  y los alejamos tanto de la realidad que no aprendemos a valorarlos como personas, porque San Martín, por ejemplo; se remendaba su propia ropa, y era costumbre  verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones flojos, o remendando una rotura de su capote. Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Más de un vez las mandaba a algún zapatero, para que les hagan taco y suela nuevos. Tenía además, la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Quería saber si era buena la comida de sus muchachos. Y allí mismo, en la cocina, la comía de parado. Luego de comer, dormía una siesta corta, de no más de una hora, para luego levantarse y volver al trabajo”.

 

Uno se lo imagina solo como soldado y un hombre formado para la guerra

– “Además de sus gestas patrióticas en Argentina, Chile y Perú, que ayudaron a la libertad de nuestros pueblos, San Martín era desde un buen pintor, hasta un muy buen guitarrista. En la pintura, el mismo decía que si no se hubiera dedicado a la milicia, bien podría haberse ganado la vida pintando cuadros. En la guitarra, se formó con un gran profesor europeo de la épocaPero además, San Martín hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz”.

 

Finalmente, Dr. Saredi porque no nos cuenta alguna característica de su manejo con los granaderos, o su tropa de soldados en general.

– “Predicaba con el ejemplo, y el mismo enseñaba el manejo de las armas, como lo atestiguan las melladuras del filo de su Sable Corvo, inigualable instrumento de enseñanza de la esgrima. Jamás daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir. Su palabra era santa, y para sus hombres era ley. En campaña, era el último en acostarse, después de ver que todos los puestos de guardia estuviesen cubiertos, y el resto de la tropa descansando. Para cuando empezaba a clarear el sol en el horizonte, hacía rato que el General contemplaba el alba. Finalmente, quiero agregar que les aconsejo que lean mucho de San Martín, inclusive sus frases, sus máximas. Yo, entre tantas, siempre recuerdo una en especial : “mi mejor amigo es el que enmienda mis errores, o reprueba mis desaciertos”.

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