Municipios Reactivos/Proactivos: lógicas territoriales de construcción de poder

 Por Fabrizio Manrrique

Una vez consumada la derrota del Frente para la Victoria en el nivel nacional, en el principal distrito electoral (la Provincia de Buenos Aires) y en varias intendencias cuasi feudales, los poderes locales quedaron suspendidos en una doble lógica de acción que tiene como principal vórtice el poder central, en torno del cual orbitan. Esta doble lógica la podemos clasificar como municipios “reactivos” y municipios “proactivos”, siguiendo las categorías adoptadas por Gary Cox (2001) en su obra “Legislaturas reactivas y presidencialismos proactivos”.

Sin lugar a dudas, el advenimiento del Frente Cambiemos, conformado a nivel partidario por una suerte de esquema piramidal en donde el PRO ocupa (como era de esperarse) la cúspide, y las segundas líneas oscilan entre dirigentes radicales y peronistas, modificó rotundamente las relaciones verticalmente estructuradas de los años anteriores, en donde un mayoritario PJ subordinado en el nivel local recibía la extensión de programas públicos de carácter social (entiéndase social en términos de todo aquello que compete a la pobreza estructuralmente concebida) y en donde el círculo ejecutivo-municipio cerraba perfectamente; esta clase de relaciones generaba además un juego de suma cero respecto de los municipios opositores, subyugándolos al olvido o a la lucha presupuestaria para poder generar políticas que mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, y contra todo los pronósticos de los pensadores del poder, la gestión de Cambiemos parece no castigar a los municipios abiertamente opositores, además de haber alejado el fantasma (pregonado por muchos) de la ingobernabilidad de los países latinoamericanos con sistemas multipartido y gobiernos de minoría.

La bajada de programas sociales busca, esta vez, desarticular la función de los punteros (hecho que, a propósito y aprovechando el espacio, quedaría posiblemente resuelto con la implementación de una reforma electoral bonaerense que contemple la posibilidad de las elecciones desdobladas ); probablemente sea esta cuestión la que más afecte a los municipios que hicieron de la subordinación política electoral su propio Know-how de construcción territorial del poder, en la mayor parte de los casos, sin siquiera haber formulado programas públicos propios que afecten verdaderamente las problemáticas municipales. ¿Quién sino los municipios para poder efectuar el diseño certero de políticas públicas que puedan resolver los problemas profundos que padece gran parte del territorio bonaerense?

Frente a esta nueva distribución del poder, cada municipio adoptó una de estas dos posturas que señalé al comienzo de este artículo; de los municipios propios del actual oficialismo, no hay mucho que decir; la lógica de la subordinación partidaria se extiende de la forma en que la conocemos. Lo interesante, como fenómeno que puede delatar los futuros campos gravitacionales de la oposición, son justamente aquellos municipios opositores en donde las dos lógicas se observan y diferencian claramente. Los municipios “proactivos” suelen presentarse abiertos a la recepción de los programas sociales, contribuyendo además con su propia agenda de políticas, materializada a través de la acción constante de sus propias secretarías y subsecretarías. Los municipios reactivos, en cambio, se conciben a sí mismos como focos de resistencia política, dejando de lado su verdadera función de servidores públicos y por supuesto, perjudicando a todo el electorado, no solo al que lo llevó al poder (quizás solo por la fuerza y el efecto “arrastre” de una lista sábana, ¿No?).

¿Cuál es el camino que adoptaron entonces, frente al orfanato político? La apropiación simbólica de políticas públicas que no fueron ni diseñadas, ni implementadas por ellos, sino por los niveles superiores de gobierno.