LAS TRES T DE FRANCISCO + LAS TRES C DEL PADRE PEPE

Una fórmula para saldar la deuda social argentina
Por Víctor E. Lapegna
Las tres T del papa Francisco – Trabajo, Techo y Tierra– expresan los derechos básicos a los que deben acceder todas las personas por el sólo hecho de ser tales y hacen a una vida digna.
Las tres C del padre José María “Pepe” Di Paola – Colegio, Club y Capilla – resumen las instituciones necesarias sobre todo en los barrios humildes que, sumadas a las tres T, trazan un círculo virtuoso para combatir la exclusión, la pobreza y la droga.
Precedidas por un programa inmediato que termine con el hambre que hoy padecen millones de argentinos, la puesta en vigencia de las tres T y de las tres C parece la vía apropiada para saldar la deuda social pendiente.
 
Las tres T de Francisco
Entre las tres T de Francisco ponemos al Trabajo en el primer lugar dado que, en palabras del  Santo Padre en su encíclica “Alabado Seas” (“Laudato Si”), “estamos llamados al trabajo desde nuestra creación” y “el trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal.
Además, la experiencia argentina de estos tiempos, confirma lo dicho por Francisco en esa encíclica cuando explica que “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo”.
Resulta evidente que la promoción del acceso de toda la Población Económicamente Activa (PEA) a un trabajo formal, productivo y sustentable es la prioridad nacional para dar una respuesta estructural a la deuda social, habida cuenta que en la Argentina de hoy alrededor de un 40% de esa PEA carece de un trabajo que tenga esas cualidades, que por cada trabajador formal en el sector productivo privado hay 2,25 personas que perciben alguna asignación monetaria directa del Estado y que esos trabajadores formales en el sector privado son el 17% de la población, mientras que en Chile son el 32%, en Australia el 42% y en EE.UU. el 54%.
En cuanto a la T del Techo, entendemos que alude al ejercicio del derecho de todos a ser propietarios de una casa digna en la cual construir el hogar de cada familia, lo que además de ser un precepto constitucional incumplido ya que el déficit habitacional argentino permanece inalterado en tres millones de viviendas, “es una cuestión central de la ecología humana”,  como afirma Francisco en su encíclica en defensa de la casa común.
Es un hecho que en muchos barrios de nuestro país las casas que existen distan de ser el ámbito acogedor y propicio para el desarrollo de la vida familiar ya que suelen tener un espacio insuficiente para quienes las habitan,  en ellas el aire y la luz son escasos y carecen de las condiciones básicas de confort que son propios de una vivienda digna. Uno de los efectos de esa realidad habitacional es que haya jóvenes, adolescentes y niños que prefieren reunirse en calles y esquinas a las que sienten como un espacio más propio que sus casas, con todos los riesgos que ello implica para una vida sana, lo que se acentúa porque muchos de ellos ni trabajan ni estudian – de ahí que se los designe como jóvenes “ni-ni”- y no encuentran un sentido trascendente para sus vidas.
La tercera T, la de la tierra, creemos que refiere sobre todo al uso del suelo urbano, que en nuestras ciudades es a menudo sometido a desmedidas acciones especulativas que lo tornan inaccesible a muchas familias que buscan construir en él sus hogares y que también a menudo no logran documentar su derecho a la propiedad de los terrenos que habitan.
Las tres C del padre Pepe
Para poner fin a la reproducción y ampliación intergeneracional de la pobreza, el padre Pepe Di Paola. de la pastoral de curas villeros, propone que a las tres T del papa Francisco se sumen tres C: Colegios, Clubes y Capillas.
Se trata de lograr que en las barriadas humildes, en las que abundan los pobres, se aplique una suerte de discriminación positiva para que en ellas sobreabunden los mejores colegios, clubes y capillas que ayuden a los niños, adolescentes y jóvenes que habitan esos barrios a salir de la pobreza y la indigencia, dotar de un sentido a sus vidas y protegerlos del narcotráfico y la inseguridad, que los amenazan a diario.
La C de los Colegios apunta a que se instalen en esas barriadas las mejores instituciones educativas que funcionen en buenos edificios, equipadas con los dispositivos que se requieren para educar en el siglo XXI, con programas y métodos de calidad y pertinentes a la realidad presente del país y del mundo, dotadas de los docentes más calificados y mejor pagos del sistema educativo y con capacidad suficiente para atender la demanda existente en esos barrios en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, partiendo de jardines maternales y pre-primarios, siguiendo con establecimientos primarios y medios de doble escolaridad, incluyendo escuelas de oficios relacionadas con las empresas del territorio y educación de adultos.
Concretar esa revolución educativa requiere de una fuerte y persistente voluntad política de los responsables de gobernar el Estado, que  asuman que es ese  un objetivo prioritario y por ende le adjudiquen los recursos materiales, organizativos y humanos necesarios para realizarlo. Pero es también imprescindible que se comprometan en esa revolución educativa todos los sectores de la sociedad civil, comenzando por los docentes y las familias de los educandos, estableciendo una alianza sinérgica con el sector público.
De ese modo se haría más verdadera la igualdad de oportunidades habida cuenta que, en la sociedad del conocimiento en la que vivimos, el acceso a una educación de calidad es una conditio sine qua non de la justicia social.
La C de los Clubes, alude a la necesidad de sostener y expandir la existencia y el funcionamiento en todos los barrios, en especial en los más pobres, habida cuenta que el deporte es escuela de vida, forma parte central de la cultura de los argentinos y como decía el cardenal Jorge Mario Bergoglio cuando era Arzobispo de Buenos Aires, “el deporte es un instrumento válido para el crecimiento integral de la persona humana y, la práctica deportiva estimula una sana superación de sí mismo y de los propios egoísmos, entrena el espíritu de sacrifico y, si está bien enfocado, favorece la lealtad en las re­laciones interpersonales, la amistad y el respeto de las reglas”.
La tercera C es la de Capillas que funcionen a la manera de los hospitales de campaña siendo centros de detección, prevención y atención primaria de los problemas sociales de la feligresía y deriven a sus “pacientes” a las buenas escuelas y los buenos clubes deportivos del barrio, pero sobre todo que tengan a su frente a pastores con olor a oveja, curas dispuestos a ayudar a la cura de los males del cuerpo, de la cabeza y del alma, sobre todo mediante ese maravilloso y eficaz remedio que es el Evangelio, la Buena Nueva que trajo Jesucristo.
En síntesis, mediante el impulso a las tres T de Francisco y las tres C del padre Pepe se trata de construir procesos que lleven a que todos podamos vivir una vida mejor.
 
Alcanzar el Hambre Cero es lo primero
Reunir la voluntad política para poner en marcha la sumatoria de las tres T de Francisco y las tres C del padre Pepe demanda un tiempo que no pueden esperar los millones de personas y familias que en la Argentina de hoy padecen hambre y necesitan comer ya.
Hay entre nosotros millones de personas que comienzan y terminan cada día penando para tratar de obtener la comida diaria para sí y para su familia y esa dramática realidad, además de ser moralmente inaceptable en un país que produce insumos alimentarios para cientos de millones de personas, constituye una negación a las posibilidades de desarrollo humano e integración a la vida comunitaria de esos hermanos.
Por eso proponemos que se otorgue a las familias en situación de pobreza e indigencia un subsidio mensual que cubra el valor de la Canasta Básica Alimentaria, acreditando ese monto en una tarjeta de débito que sólo pueda utilizarse para adquirir los productos incluidos en esa Canasta.
Mediante ese subsidio se posibilita el acceso inmediato a los alimentos básicos a personas y familias que carecen de los medios suficientes para comprarlos ni la capacidad para producirlos y se haría realidad el objetivo de que en la Argentina alcancemos el Hambre Cero.
El presidente Mauricio Macri, al asumir el gobierno planteó que el primer eje de su gestión sería lograr la “pobreza cero” y también afirmó: “no nos olvidamos de esos argentinos que no pueden esperar, que necesitan un Estado presente, que esté ahí para acompañarlos y cuidarlos”. Es de esperar, entonces, que el Poder Ejecutivo apoye esta propuesta para solucionar el drama del hambre, condición necesaria, aunque no suficiente, para avanzar hacia el objetivo de terminar con la pobreza.