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Autonomía, AMBA y nueva capital bonaerense: las bases de un nuevo diseño territorial para la Argentina

En un escenario donde conviven ciudadanos con derechos plenos y otros condicionados por estructuras obsoletas, emerge una propuesta política que impulsa autonomía, descentralización y una nueva capital para redefinir el rumbo de la Provincia.

Por Miguel Saredi

La discusión sobre la organización política y territorial de la Provincia de Buenos Aires suele quedar relegada a debates técnicos o administrativos. Sin embargo, lo que está en juego es mucho más profundo: la igualdad de derechos entre los vecinos del AMBA y la modernización del Estado en la provincia más grande del país.

No hay transformación posible en la Argentina sin una redefinición de la Provincia de Buenos Aires, que concentra casi el 40% de su población.

Hoy conviven dos realidades completamente opuestas dentro de un mismo espacio metropolitano. Por un lado, la Ciudad de Buenos Aires, autónoma desde 1994, con policía propia, justicia local, presupuesto integral y plena capacidad normativa. Por el otro, los municipios del conurbano, que administran enormes poblaciones sin autonomía real, sin Constitución local y con múltiples decisiones atadas a la burocracia provincial.

La Matanza es el caso testigo más evidente. Con más de dos millones de habitantes, constituye una de las unidades urbanas más grandes del país, pero funciona con la estructura de un municipio pensado para realidades mucho más pequeñas. La falta de autonomía se traduce en demoras, superposición de competencias, menor capacidad de inversión y desigualdad frente a los vecinos porteños.

Por eso, todo el AMBA debería tener el mismo estatus jurídico. No puede haber ciudadanos con plenos derechos institucionales y otros condicionados por un régimen que no se adapta a la escala de sus necesidades.

Este debate también debe contemplar la construcción de un país más equilibrado, con una distribución poblacional más racional y con herramientas concretas para lograrlo. Entre ellas, la posibilidad de trasladar la capital bonaerense al interior y otorgar autonomía plena a todos sus municipios.

Una capital ubicada en el eje Junín–Tandil–Bahía Blanca permitiría desconcentrar funciones, impulsar el desarrollo productivo, mejorar la logística provincial y evitar seguir sobrecargando al AMBA con responsabilidades que ya no puede absorber.

A su vez, el fortalecimiento de ciudades intermedias —como Chivilcoy, Olavarría, Bolívar, San Nicolás o Pergamino— debe ser parte esencial de un modelo policéntrico, más moderno y más federal.

La combinación de estos tres elementos —autonomía municipal, nueva capital y desarrollo de ciudades intermedias— constituye la base de un nuevo diseño de Provincia: más equilibrado, más eficiente y más justo.

No se trata de dividir, sino de modernizar. Se trata de garantizar que todos los vecinos de la Provincia de Buenos Aires tengan los mismos derechos institucionales y las mismas oportunidades, vivan en La Matanza, en Tandil o en Trenque Lauquen.

El siglo XXI exige una nueva organización territorial. La autonomía municipal y una capital bonaerense ubicada en el interior no son ideas voluntaristas: son decisiones estratégicas para construir un país más desarrollado, más equilibrado y más democrático.

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