La inesperada derrota política del candidato José Luis Espert —arrastrado por un escándalo vinculado al narcotráfico que terminó precipitándolo a renunciar en pocos días— abrió una grieta mayúscula en la coalición bonaerense. Mientras «el profe» anunciaba primero que “no se bajaba” y, horas después, que daba un paso al costado, emergió con fuerza el nombre que puede ocupar el primer lugar de la boleta: Diego Santilli, el dirigente del PRO que, hasta hace nada, figuraba en el tercer puesto de la lista de la alianza.

Santilli no esperó: apenas se conoció la agónica retirada de Espert se autopostuló y escribió en su cuenta de X que “voy a dejar el alma para defender el rumbo y frenar a los que quieren que explote el país”. Esa palabra de fuego buscó calmar a los votantes y a los cuadros partidarios, pero muchas preguntas siguen en el aire: ¿puede «el Colo» saltar al primer casillero por encima de la actriz y actual segunda candidata, Karen Reichardt? ¿Hubo ya un pedido formal al juez federal con competencia electoral, Ernesto Kreplak? La respuesta oficial todavía no llegó y la discusión técnica sobre cómo aplicar la norma está abierta.

Lo que vuelve a encender la polémica es el pasado reciente: en julio de 2023, Javier Milei dedicó un hilo público de tuits a fustigar a Santilli con adjetivos demoledores. Lo calificó como “un horrible candidato”, lo llamó “un engendro” y aseguró que “no hay nadie que no diga que es un corrupto”. Milei fue aún más lejos al aludir entre comillas a “sus negocios” y advertir que nadie le preguntaba de qué se trataban. En aquella campaña, el ahora presidente le pegó al dirigente por ser, según él, “el candidato de TikTok y el boludeo” en una provincia asolada por la inseguridad y los narcos. Esos epítetos suenan hoy como un eco incómodo para la alianza que ahora podría poner a Santilli al frente de la lista bonaerense.

Aun antes de la renuncia de Espert, Santilli había sido protagonista en las negociaciones junto a Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro para consolidar la presencia del PRO dentro de La Libertad Avanza en Buenos Aires. Esa fusión política —impulsada con lápiz firme por sectores internos— cambió el mapa: lo que hace dos años era fustigado por Milei ahora aparece como posible salvavidas electoral. ¿Hipocresía táctica o reacomodamiento obligado? Los analistas hablan de un pragmatismo que dejó en el camino consignas y lealtades.

El problema logístico suma otra tensión: la Boleta Única de Papel para las 40.000 mesas bonaerenses ya está impresa. Si finalmente se confirma a Santilli como cabeza de lista, su fotografía podría no llegar a tiempo a la boleta física que se utilizará en el cuarto oscuro. El debate sobre reimprimir o no —y cuánto costaría— prendió alarmas: el dirigente social Juan Grabois advirtió en un tuit nocturno que “no se te ocurra hacerle perder a los argentinos 15.000 millones de pesos para imprimir las boletas de nuevo”, en clara referencia al impacto fiscal y logístico de una modificación de último minuto.

Mientras tanto, en el plano político, la paradoja es inevitable: Milei, que en 2023 fustigó sin medias tintas a Santilli y criticó a quienes integran la “casta”, hoy podría ver cómo su propia alianza bonaerense se arma con ese mismo dirigente a la cabeza. Ese contraste entre las declaraciones pasadas y las necesidades presentes alimenta la sospecha entre votantes y opositores: ¿hasta dónde llega la coherencia cuando el tablero electoral exige movimientos tácticos urgentes?

La situación está viva y en ebullición: el nombre de Santilli gana terreno en los papeles del poder, pero también revive los dichos más punzantes de Milei, que hoy retumban con fuerza en los pasillos de la coalición. En el mapa político bonaerense, el desconcierto se transforma en combustible para una nueva ola de polémica.