Con la llegada del fin de semana largo, miles de vecinos de La Matanza encontraron en estos días una oportunidad para salir de la rutina, descansar y disfrutar de distintas actividades, tanto dentro del distrito como en escapadas cercanas.

El movimiento se notó especialmente en plazas, parques y espacios verdes locales, donde familias completas aprovecharon para compartir al aire libre. “Es un respiro necesario, sobre todo después de semanas de trabajo intenso”, comentó Claudia, vecina de San Justo, mientras paseaba junto a sus hijos por la plaza del periodista.

 

Pese a la crisis que golpea con fuerza a la clase media y baja, el vecino matancero se las rebuscó para disfrutar y encontrar momentos de distensión. Muchos eligieron actividades gratuitas o de bajo costo: caminatas en la reserva natural de Ciudad Evita, ferias barriales con música en vivo y propuestas gastronómicas accesibles. En Ramos Mejía, por ejemplo, los bares y restaurantes se vieron colmados, con mesas al aire libre que reflejaron las ganas de darse un gusto, aunque sea pequeño.

 

Además, en muchas plazas del partido se llevaron adelante actividades organizadas por el Municipio, que incluyeron espectáculos infantiles, talleres culturales, números artísticos y propuestas recreativas para toda la familia. Estas iniciativas, de acceso libre y gratuito, lograron convocar a cientos de vecinos en diferentes barrios, generando espacios de encuentro comunitario.

 

Otros optaron por escapadas cortas a destinos cercanos como Luján, Lobos o Chascomús, ideales para pasar el día, cambiar de paisaje y regresar sin gastar demasiado en alojamiento. “No da para hacer un viaje largo, pero al menos pudimos salir, comer algo en familia y sentir que fue una mini-vacación antes iba muy seguido a chascomus pero los viajes se hicieron cada vez más difíciles”, contó casi sin aliento Ezequiel empresario del aloe verá y  vecino de San Justo.

 

El clima acompañó durante gran parte del fin de semana, lo que impulsó picnics, deportes al aire libre y peñas culturales en distintos barrios. En González Catán, varias familias improvisaron encuentros en los espacios verdes, mientras que en Isidro Casanova se realizaron festivales populares que reunieron a artistas locales.

 

El denominador común fue el deseo de desconectar, recargar energías y compartir tiempo de calidad, incluso en un contexto económico adverso. La inventiva, la solidaridad y el ingenio de los matanceros permitieron transformar un fin de semana largo en una verdadera válvula de escape.

 

Así, La Matanza cerró una pausa marcada por la distensión y las escapadas, demostrando que, aun en medio de las dificultades, siempre hay maneras de salir de la rutina y reencontrarse con la calma.