La Policía Federal Argentina atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. A seis meses de gestión del gobierno actual, la fuerza de seguridad nacional registra una cifra récord de pedidos de baja, motivados por la drástica caída salarial, el deterioro de su cobertura médica y el abandono de sus instituciones sanitarias, entre ellas el hospital Churruca. La situación se agravó aún más tras el suicidio de un agente en el propio centro médico, un hecho que sacudió a los integrantes de la institución y expuso con crudeza el colapso del sistema.
Desde diciembre de 2023 hasta mediados de 2025, más de 600 agentes presentaron su solicitud de retiro, una cifra que multiplica por diez el promedio semestral de años anteriores. Según fuentes oficiales, la mayoría corresponde al personal operativo, pero también hay numerosas renuncias entre médicos, enfermeros y administrativos. El factor principal detrás de esta fuga masiva es el desequilibrio salarial: mientras que un efectivo de la Policía de la Ciudad recibe un 50% más de sueldo que un agente federal, ambos cuerpos estaban equiparados hasta fines del año pasado.
A la caída del poder adquisitivo se suma la grave situación de la obra social de la fuerza, que ha dejado de brindar cobertura médica efectiva a miles de afiliados. En muchas provincias del país, directamente no se prestan servicios, obligando a los uniformados a pagar planes de salud privados que difícilmente pueden costear sin ayuda familiar. En algunos casos, los descuentos en los haberes por la obra social superan los $100.000 mensuales, sin que exista una contraprestación real. Para los comisarios, los descuentos llegan hasta los $300.000, pero enfrentan la misma desatención.
El hospital Churruca, principal centro asistencial de la Policía Federal, también se encuentra en un estado crítico. La falta de inversión, personal y recursos ha derivado en el cierre de servicios esenciales. La muerte del suboficial Alejandro Tejerina, quien se quitó la vida en un baño del hospital el pasado 5 de julio, encendió las alarmas dentro de la fuerza. Tejerina, con una extensa trayectoria en tareas de custodia, dejó una carta dirigida al director del centro de salud en la que denunció maltratos y desidia.
Este hecho fue interpretado por sus colegas como el símbolo de una crisis estructural. Muchos recuerdan que durante 2023, bajo la gestión anterior, se habían logrado fondos especiales que equilibraron momentáneamente el sistema de salud policial. Sin embargo, desde la llegada del nuevo gobierno, la situación se deterioró nuevamente, a tal punto que el hospital se volvió casi inoperable.
El panorama en la Policía Federal refleja una profunda crisis institucional, donde el descontento, el abandono y la precarización marcan la vida diaria de los agentes. La motosierra del ajuste no solo afecta los números del presupuesto, sino también la salud física y mental de quienes deben garantizar la seguridad en todo el país.