El padre Gabriel Romanelli, sacerdote argentino y misionero en Gaza desde hace años, resultó herido tras un ataque del ejército israelí a la única iglesia católica del enclave: la parroquia de la Sagrada Familia. Desde el inicio de la guerra, esa iglesia se había transformado en un refugio para unas 500 personas, tanto cristianas como musulmanas, desplazadas por los bombardeos.
La agresión ocurrió el jueves por la mañana, cuando un tanque israelí disparó contra la iglesia, dañando parte de su estructura y dejando un saldo trágico: dos muertos y varios heridos. Entre ellos, el propio Romanelli, quien fue alcanzado por metralla, aunque las heridas fueron leves. La noticia fue confirmada por el Patriarcado Latino de Jerusalén, al que pertenece la parroquia, y también por Cáritas Jerusalén, que denunció la violación del derecho internacional humanitario por el ataque a un lugar de culto.
Desde que comenzó el conflicto hace más de un año y medio, el Papa Francisco mantenía contacto telefónico diario con Romanelli para conocer de primera mano la situación en Gaza. El sacerdote, oriundo del barrio porteño de Villa Crespo, tiene 54 años y es miembro del Instituto del Verbo Encarnado, congregación religiosa nacida en Mendoza. Estudió teología y filosofía en San Rafael y desde 1995 ejerce como misionero en Medio Oriente.
Durante casi tres décadas, Romanelli desarrolló su labor pastoral en Egipto, Jordania y Tierra Santa. En Belén fundó un hogar para niños con discapacidades junto con religiosas de su congregación. En Cisjordania se desempeñó como docente en seminarios y formador de nuevos sacerdotes. Su trayectoria lo convirtió en una figura destacada en la región, comprometida con la convivencia entre religiones y con una misión evangelizadora firme, aún en zonas marcadas por el conflicto.
El ataque a la parroquia ocurrió a las 10:10 hora local. Según Cáritas Jerusalén, el disparo impactó en la cruz del techo, provocando desprendimiento de escombros que cayeron sobre el patio repleto de personas. Romanelli solía grabar videos diarios para informar sobre la situación y pedir ayuda internacional. En su último mensaje, habló del «milagro de cada mañana», cuando los niños refugiados rezaban en la capilla, y denunció los estragos de los bombardeos nocturnos.
En enero, celebró el alto el fuego temporal como un primer paso hacia la paz, esperanzado por la llegada de frutas y verduras a una Gaza que llevaba meses bajo bloqueo. Sin embargo, su anhelo de reconciliación entre israelíes y palestinos hoy parece nuevamente lejano.
“El que te mata no pregunta si sos ortodoxo, protestante o católico; te mata porque creés en Cristo”, advertía hace años en una entrevista. Y agregaba: “Es mejor padecer el mal que hacerlo”.
A pesar del ataque, Romanelli sobrevivió. Su testimonio y su vocación mantienen viva la esperanza de que la paz, tan esquiva en esa región, pueda algún día llegar de la mano de la justicia y la fe.