Argentina en una delicada posición geopolítica con potenciales consecuencias dentro de su propio territorio.

La presidencia de Javier Milei se ha convertido en un foco de tensión internacional que ya genera consecuencias dentro del país. En medio de un creciente clima de preocupación, el mandatario ordenó un refuerzo extremo de su seguridad personal, familiar… ¡y hasta la de sus perros! ¿La razón? Su alineamiento absoluto con Israel, una decisión que podría haber colocado a la Argentina en el radar de represalias del régimen iraní.

El Ministerio de Seguridad, encabezado por Patricia Bullrich, recibió una instrucción directa: blindar al Presidente ante un posible escenario de alto riesgo. El nivel de amenaza, que hasta hace poco era considerado “bajo”, fue elevado a “medio”, con serias chances de alcanzar el máximo nivel si Milei viaja a destinos considerados peligrosos.

No es una advertencia menor: meses atrás, el gobierno iraní emitió un mensaje , directo y sin eufemismos. “En el momento adecuado, le haremos lamentar su enemistad”, fue la amenaza que encendió todas las alarmas en Balcarce 50.

Desde la Casa Rosada no dudaron. Se intensificaron los protocolos de seguridad con participación directa de la Casa Militar, la custodia presidencial y agencias de inteligencia que ya trabajan en conjunto con organismos extranjeros. Se instalarán sistemas antidrones en la sede del gobierno nacional, similares a los que ya funcionan en la Quinta de Olivos.

La decisión de Milei de meterse de lleno en el conflicto de Medio Oriente no solo tuvo eco en los titulares del mundo, sino que ahora también pone en riesgo a su entorno y a todo el país. Argentina, sin buscarlo, podría estar jugando un rol explosivo en una partida geopolítica de alto voltaje.