Una movilización masiva recorrió las calles de la Ciudad de Buenos Aires para expresar el rechazo a la condena contra Cristina Fernández de Kirchner. Lejos de mostrarse desalentados o furiosos, los manifestantes se unieron en una jornada marcada por la alegría y el espíritu de lucha, en una de las mayores expresiones populares que se recuerden en los últimos tiempos.
Desde temprano, columnas humanas comenzaron a concentrarse en distintos puntos: desde Constitución hasta el Obelisco, y desde Once hasta Plaza de Mayo. Las avenidas se colmaron de personas de todas las edades, con banderas, bombos y pancartas, generando una suerte de coreografía multitudinaria que parecía no tener un centro definido, sino múltiples focos de energía colectiva.
Según estimaciones del Partido Justicialista, cerca de medio millón de personas participaron en la manifestación. Aunque es difícil precisar el número exacto, el despliegue en la ciudad y la presencia constante de gente en movimiento respaldan esa cifra. La concentración fue especialmente notable en un contexto en el que la participación ciudadana ha disminuido, como se evidenció en los niveles de abstención electoral más recientes.
La protesta no se limitó a la capital. También hubo réplicas importantes en diversas ciudades del interior del país, donde simpatizantes y militantes salieron a las calles para respaldar a la exmandataria, mostrando que el apoyo hacia su figura política sigue vigente a nivel nacional.
La convocatoria no tuvo una organización previa clara ni horarios confirmados, ya que hasta último momento se especuló sobre la posibilidad de que Cristina Kirchner tuviera que presentarse en los tribunales. Algunos grupos incluso se acercaron a su domicilio, en el barrio de Constitución, con la esperanza de verla asomarse al balcón, aunque finalmente esto no ocurrió por decisión judicial.
En ese lugar, muchas personas aprovecharon para dejar mensajes, estampitas religiosas y recuerdos personales, relatando cómo las políticas implementadas durante los gobiernos kirchneristas impactaron positivamente en sus vidas: acceso al trabajo, educación, salud, vivienda y jubilaciones fueron algunas de las historias compartidas entre los asistentes.
A pesar del despliegue policial con motociclistas armados, camiones blindados y efectivos desplegados por la ciudad, la jornada transcurrió con tranquilidad y sin incidentes mayores. Los jubilados, que suelen manifestarse los miércoles frente al Congreso, decidieron unirse a la movilización, aportando su presencia y compromiso.
Desde la Plaza de Mayo, a través de altoparlantes, se escuchó un discurso de Cristina Kirchner. Aunque las dificultades técnicas impidieron que muchos pudieran entender con claridad sus palabras, la expectativa por oírla se mantuvo viva hasta el final de la jornada. Para muchos, ese día quedará grabado como un símbolo de resistencia y unidad.
Esta masiva demostración no sólo desafió la sentencia judicial, sino que también puso en evidencia que el peronismo, lejos de estar extinguido, sigue siendo un movimiento capaz de movilizar multitudes y mantener viva una identidad política y social.