Fuerte ruptura entre el PRO y Patricia Bullrich tras su afiliación a La Libertad Avanza: “Deja atrás tal vez toda su reputación”
Por Mariano Borras
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich oficializó este martes su afiliación a La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente Javier Milei, en un acto encabezado por Karina Milei en la plaza Vicente López, en el barrio porteño de Recoleta. El gesto provocó una reacción inmediata y contundente del PRO, espacio que la llevó como candidata presidencial en 2023, que acusó a Bullrich de “darle la espalda a quienes confiaron en ella” y de “dejar atrás, tal vez, toda su reputación”.
“Patricia Bullrich fue elegida en representación del PRO y fue acompañada por más de 6 millones de votos en las elecciones de 2023. Hoy, al darle la espalda a aquellos que la votaron y creyeron en ella, deja atrás una parte muy grande de su reputación, tal vez toda”, expresó el partido presidido por Mauricio Macri a través de un comunicado difundido por redes sociales.
El texto también remarca que el PRO, “como los electores, aprende de las buenas y malas experiencias, distingue entre las personas y sigue avanzando para cumplir su mandato de cambio”.
En paralelo, María Eugenia Vidal, jefa de campaña del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, compartió un meme irónico con estética de la serie Okupas que decía: “Anda máquina nomás. Nadie te detiene”, en clara alusión al pase de Bullrich.
Durante el acto de afiliación, Bullrich aseguró que su decisión era “un acto de coherencia”. “Desde el primer día soy parte del Gobierno. Esta afiliación significa un apoyo más a todo el trabajo que estamos haciendo los argentinos y los funcionarios”, afirmó.
La funcionaria justificó su alejamiento del PRO al considerar que “los partidos terminan siendo presos de sus propios intereses y no de los intereses de la sociedad”, y pidió a los votantes del PRO “que analicen a fondo los cambios que se están haciendo”. “El país está creciendo. El votante del PRO quería esto: que la gente pueda ser libre”, sentenció.
Por su parte, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y encargada del armado político de LLA, aseguró que fue ella quien le pidió personalmente a Bullrich que se afiliara: “Hace rato que Patricia se pintó de violeta”, dijo entre risas, mientras sostenía un perro salchicha en brazos.
Sin embargo, más allá de los gestos y frases de ocasión, la incorporación de Bullrich al oficialismo libertario refleja una práctica cada vez más habitual en la política argentina: la rotación constante de dirigentes por diferentes espacios partidarios, sin mayor coherencia ideológica, con el único fin de preservar posiciones de poder dentro del Estado.
Lejos de “terminar con la casta”, como prometía el discurso libertario, la consolidación de figuras como Bullrich —con paso por al menos seis fuerzas políticas distintas— y su reciclaje permanente dentro de la estructura oficialista refuerzan lo que muchos críticos denominan partidocracia liberal: un sistema cerrado, dominado por élites políticas que, elección tras elección, se enquistan en los cargos públicos, adaptando su discurso, sus ideas y hasta sus alianzas, no en función de principios, sino de conveniencia personal.
Esta lógica, compartida por muchos de los actuales referentes de LLA, termina perpetuando el sistema que dicen combatir, haciendo de la “casta” una categoría funcional a los propios intereses de los partidos. Así, lo que se presenta como renovación política no es más que la continuación —con nuevos colores— del mismo modelo de supervivencia política que ha caracterizado a gran parte de la dirigencia desde el retorno de la democracia.
Bullrich es, sin duda, un símbolo de esa dinámica: de montonera a menemista; de aliada de Carrió a funcionaria del macrismo; de opositora libertaria a ministra de Milei. Un camino ideológico zigzagueante que, más que convicción, revela una habilidad para adaptarse al poder sin perder el lugar en el tablero.
Desde el entorno de Mauricio Macri, en tanto, la decisión fue interpretada como una “traición política” que anticipa una disputa aún más profunda por la conducción de la centroderecha argentina.