La política exterior de Argentina ha dado un giro abrupto bajo la gestión de Javier Milei, quien, en una decisión que marca un claro alejamiento de los valores históricos de soberanía, bloqueó una declaración en la CELAC que respaldaba los derechos de Panamá sobre su canal. Esta acción lo posicionó como el único líder de la región en oponerse al proyecto de apoyo, rompiendo el consenso que caracteriza a este organismo.
El rechazo generó fuertes críticas en el ámbito diplomático. “Está entregado a Trump”, comentó una fuente cercana a la CELAC, reflejando el descontento generalizado frente a una postura que, para muchos, significa una subordinación a los intereses de Estados Unidos. El alineamiento de Milei con la agenda de Donald Trump deja al descubierto un modelo de política exterior que prioriza los intereses de las potencias por sobre las necesidades de los pueblos de América Latina.
Desde su independencia, Argentina ha sido un faro en la defensa de la soberanía regional. Sin embargo, este legado parece estar siendo traicionado. La falta de respaldo al gobierno panameño no solo debilita la unidad latinoamericana, sino que también plantea serios interrogantes sobre la capacidad del gobierno de Milei para defender los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas. ¿Con qué legitimidad podrá reclamar el apoyo internacional en esta causa cuando su gobierno niega esos mismos principios en otros casos?
La soberanía no es negociable, y pese a las acciones del actual gobierno, el lema “El Canal es de Panamá y las Malvinas son argentinas” seguirá siendo un estandarte para los pueblos de la región.