El reciente aumento en los montos de las asignaciones familiares, formalizado a través de la Resolución 1124/2024, busca aliviar el impacto de la inflación sobre los sectores más vulnerables de la población. Sin embargo, esta medida, que incrementa las asignaciones en un 2,69%, refleja un panorama preocupante para el bolsillo de los argentinos, especialmente en el acceso a productos básicos como carne y lácteos.
El costo de los alimentos y la caída en el consumoActualmente, el precio del kilo de carne alcanza los 8 dólares (8000 pesos), mientras que el litro de leche llega a los 2 dólares (2000 pesos), ubicándose en valores inalcanzables para una parte significativa de la población. Este nivel de precios ha llevado a un consumo per cápita de carne y lácteos que no se veía tan bajo desde la crisis de principios de siglo, durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
En términos de proteína animal, la Argentina, históricamente reconocida como un país de gran consumo de carne, atraviesa una caída que afecta tanto a la nutrición de los hogares como a las economías regionales vinculadas a la producción ganadera. Por otro lado, el bajo acceso a los lácteos golpea especialmente a los sectores más jóvenes, impactando en su desarrollo y salud.
Asignaciones familiares: un paliativo necesario pero insuficienteLas asignaciones familiares y los planes sociales son herramientas fundamentales para mitigar el impacto de la crisis económica. Sin embargo, su actualización mensual basada en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) evidencia que, lejos de solucionar los problemas estructurales, se convierten en un paliativo en un contexto de estancamiento económico y precarización laboral.
El desafío del pleno empleo y el empleo industrialEn un país como la Argentina, donde «todo está por hacer», el camino hacia la superación de esta crisis no puede limitarse a contener la pobreza mediante planes y subsidios. El objetivo debe ser el pleno empleo y la recuperación del empleo industrial, pilares históricos del modelo de desarrollo nacional.
La industria no solo genera empleo directo, sino que también dinamiza otras áreas de la economía, fortaleciendo el tejido social y las economías regionales. En este sentido, regiones como La Matanza, tradicional bastión del empleo industrial, deben ser protagonistas de esta recuperación. Apostar por la industria es apostar por la dignidad del trabajo, por el desarrollo de capacidades productivas y por un futuro sostenible.
ConclusiónLa situación actual exige medidas urgentes para garantizar el acceso a alimentos básicos como carne y leche, pero también un cambio estructural que apunte a generar empleo de calidad. La Argentina enfrenta el desafío de salir del esquema de supervivencia para construir una sociedad basada en el trabajo y la producción.
Las asignaciones familiares y los planes sociales deben mantenerse como redes de contención, pero no pueden ser el horizonte. El verdadero objetivo es un país donde cada trabajador y trabajadora encuentre en el empleo la posibilidad de un futuro digno. En palabras del general Perón, «la verdadera riqueza de un país está en su pueblo y en su trabajo», y es en este camino donde debemos enfocarnos para levantar nuevamente nuestra querida Matanza y, con ella, a toda la Nación.