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«El cierre del ENOHSA: el golpe final al acceso al agua y la dignidad en el interior del país»

Con un decreto firmado desde las oficinas de la capital, el Gobierno decidió disolver el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA), dejando en jaque a miles de familias del interior del país. Este organismo, encargado de llevar agua potable y cloacas a comunidades que dependen de estas obras para vivir con dignidad, ya no existirá.

La medida fue justificada por el Ministerio de Economía como parte de un «proceso de ordenamiento fiscal», pero en realidad refleja una profunda desconexión entre quienes toman decisiones desde Buenos Aires y las necesidades urgentes de quienes habitan en el resto del país. En el interior, donde la infraestructura básica no siempre está garantizada, estas obras no son un lujo: son la línea que separa la miseria de una vida digna.

Desde el Gobierno afirmaron que las tareas del ENOHSA serán absorbidas por la Subsecretaría de Recursos Hídricos (SSRH). Sin embargo, el ministro de Economía, Luis Caputo, dejó en claro que la decisión responde más a la falta de voluntad para auditar las actividades del organismo que a una verdadera intención de optimizar recursos. «Era un antro de corrupción», sostuvo Caputo, sin considerar las consecuencias de dejar a cientos de comunidades sin un ente dedicado a garantizar algo tan esencial como el acceso al agua potable.

El ENOHSA, creado en 1995, llegó a gestionar 1485 obras en todo el país, muchas de ellas en zonas rurales o pequeñas localidades donde el Estado nacional es la única fuente de inversión en infraestructura básica. Con esta disolución, solo quedan 122 proyectos priorizados, que según el Gobierno serán terminados por la SSRH, aunque no se ofrecieron detalles concretos sobre cómo y cuándo.

Desde el interior, los reclamos ya comienzan a multiplicarse. «Cierran un organismo esencial porque desde Buenos Aires no saben ni les importa lo que pasa en nuestras comunidades», señaló un dirigente local. La eliminación del ENOHSA no solo representa un retroceso en términos de obras públicas, sino también una muestra de cómo las decisiones centralizadas ignoran las realidades del país profundo.

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