El brote epidémico de enfermedad por coronavirus, conocida como COVID-19, que se inicia en la ciudad de Wuhan (provincia de Hubei, China) y luego se expandiera a nivel mundial, ha generado un alto nivel de incertidumbres, de tiempos turbulentos y llenos de zozobra.
Escenario que empuja hacia una conmoción planetaria.
En América Hispana, probablemente, alteraremos hábitos y costumbres, pero, sin certezas de cuáles y hacia dónde se orientarán. Esta pandemia ha empobrecido a nuestros pueblos, para este año se espera un crecimiento del 1,7% según datos del Banco Mundial y el FMI. Donde el 32,1 %, más de 200 millones de personas, se mantendrá en la pobreza; y, el 13,1 % en la indigencia, unos 82 millones de hispanoamericanos.
Nuestros gobiernos procurarán fortalecer sus economías subordinándose al avance del fenómeno globalista o a la ruta de la seda. El planeta parece dividirse en una nueva “cortina de hierro”, por un lado, el frente chino-ruso y, el otro, USA-OTAN En Argentina, cualquiera de los escenarios que elija en su actual circunstancia, pondrá en peligro, no sólo su soberanía como Nación-estado, sino las propias autonomías e independencias provinciales junto a sus municipios.
El centralismo político se impondrá con más fuerza. Por lo tanto, organizar el poder, descentralizado, para una decidida y resuelta participación de nuestros paisanos en defensa de los intereses de sus provincias y de sus comunas, es un requisito imprescindible como ineludible, a condición de evitar que, la ilegitimidad y la ilegalidad, de ciertas acciones políticas, se conviertan en nuevas normalidades.
Nuestros gobernantes se han aferrado, cada vez más, a un esquema de poder político centralista, necesario para sostener y replicar esta nueva práctica de colonialidad del poder globalista, que implica, entre otras, endeudamiento desmesurado, instalación de bases militares, el acceso a recursos naturales a precios bajos, implantación de políticas culturales que comprometen la paz social. Por ello, necesitamos reconstruir un pensamiento nacional, una unidad de concepción que nos permita visualizar y enfrentar esta situación de global-colonialismo. Es una realidad que nuestra democracia está en crisis.
Ante el miedo y la incertidumbre, una gran parte de nuestros habitantes apoyarían medidas ejecutivas de dudosa constitucionalidad. Incluso, se estaría dispuesto a sacrificar algunas libertades, más aún, concederle más poder al Ejecutivo en desmedro del Legislativo y el Poder Judicial. La República se desdibuja, el Federalismo es centralizado y la Representación política imprecisa; el pánico y la inseguridad se instrumentalizan con fines políticos, así justificar la necesidad de promover una administración política más autoritaria y menos participativa.
Por ello, se debe diseñar una estrategia sensata y realista, la que dé respuestas a la mayor parte de los problemas por la que atraviesan no solo nuestros compatriotas, también las instituciones. Por lo tanto, las Provincias, y en especial Buenos Ayres, deberá comenzar a plantearse una ruptura, un disenso, contra el centralismo político e institucional. Por lo tanto, es urgente retomar la senda FEDERAL para este S.XXI. No será fácil, por falta de compresión. Los muros de este laberinto centralista son múltiples y cambiantes: desde el deterioro político de las provincias y el municipio; la carencia de idoneidades y de decisiones en la conducción política; el endeudamiento y la profunda crisis económica; hasta las presiones académicas e intelectuales nos juegan en contra.
Pero, como decía el poeta argentino Leopoldo Marechal “de todo laberinto se sale por arriba”. Salir por arriba significa generar patrones y códigos de cultura política y de comportamientos patrióticos; edificar un nuevo y perdurable acuerdo de convivencia, recuperando nuestra historia y nuestro pasado hispanista, reencontrarnos con el orgullo que significa habitar estas tierras que lideró portentosos procesos históricos, revitalizando esas hondas raíces culturales, saberse hijo de una tierra que siempre peleó por su libertad y liberación, la que permitirá una Unidad de Concepción para alcanzar el equilibrio y la armonía en el desarrollo de una Comunidad Organizada, desde la Unidad de Acción.
El mundo industrializado está ingresado a una Cuarta Revolución Industrial que, condicionará a nuestros pueblos produciendo una enorme grieta tecnológica.
Reducirla implicará trabajar mancomunadamente con los países de la región, desde bloques regionales -ej. MERCOSUR-, pero, para que resulte posible, primero, nos corresponde responder a este crucial enigma: ¿cómo emergerán las instituciones argentinas postpandemia? ¿Se consolidará aún más el centralismo político o se impulsará una nueva organización estatal más federal, justa y solidaria?
Luis Gotte, La trinchera federal.
Co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022.