La ciencia enseña que, lo existente en el vasto Universo ha surgido de la manera más simple que podemos imaginar.
La vida inteligente es producto de la evolución de organismos unicelulares; el mismo Universo emerge de un puñado de átomos.
Un edificio, una casa, se levanta con el primer ladrillo que será el piso, luego las paredes y, finalmente, el techo. El hombre dando su primer paso, para llegar a la Luna.
Una comunidad, un país, un estado o una nación nacen de la misma manera. Mantiene el mismo impulso que el Universo: creación ordenada y evolución organizada.
Ahora, mirando nuestra casa en común, la comunidad Argentina, ¿cómo pasar de este desorden a un equilibrio y armonía entre los políticos, el capital y el trabajador organizado? ¿Cómo salir de esta involución política y social, de incertidumbre económica y cultural?
Obviamente, con un Proyecto de nación.
Un Proyecto Nacional debe partir de la comprensión de la naturaleza cultural de su pueblo, que es mestizo: somos el Gran Pueblo Originario, el área de intersección de dos círculos-mundo, el castellano español y los pueblos provenientes del centro de Asia. Ya contamos con la primera premisa, América Hispana es un mismo pueblo, una misma nación, con un destino en común. Primera definición, somos americanistas no atlantistas. Hispanos, ni latinos ni internacionalistas. Durante trescientos años nos fuimos organizando con las Instituciones de España, las que adaptamos a las circunstancias propias de la región en que se vive; con una vida más autónoma e independiente que los mismos municipios españoles, aún ejecutados los cambios establecidos por la Casa Borbónica-(Hannover) de España.
El municipio hispano y el Cabildo serán de fundamental importancia para la América no Gringa, pues, de su interior nacerá la idea de Independencia económica, Autonomía y Soberanía política. De allí surgirán las provincias, los Estados federados y la idea de federalismo.
Un límite al poder central o federal.
Segunda premisa para un Proyecto Nacional, el fortalecimiento de los Estados Comunales, dándoles la mayor autonomía posible y sus Cartas Orgánicas (las cartas-puebla del Medioevo español).
Segunda definición, las soluciones a los problemas del vecino, del pueblo, se resuelven en el mismo lugar, ya sea localmente o regionalmente -federación municipal-.
El municipio, o Estado comunal, se fortalecerá si los núcleos familiares de los barrios que la componen tienen garantizados un trabajo digno, una educación orientada hacia el localismo y lo regional, un sistema de salud integral, una planificación alimentaria que permita 4 comidas diarias, con un sistema electoral de carácter local, con una justicia comunal de “menor cuantía” (como la brasileña o la gringa). Entendiendo que somos comunidad y no sociedad; que somos personas humanas (materia y espíritu) y no simple materia que solo vota para que sus políticos se mantengan en el poder.
Somos vecinos a los que se debe respetar, y no votos andantes. Pero, antes de una planificación estratégica para el desarrollo de una matriz productiva, la grandeza de nuestra patria y la felicidad de nuestro pueblo, tenemos que desprendernos del “Grupo de Puebla”, que es antinacionalista, anti-hispanista, centralista e internacionalista. Una tremenda maquinaria insectificadora de la voluntad de la persona humana.
Luis Gotte, La trinchera federal