El 22 de septiembre de 1866 el Ejército Argentino sufrió la peor derrota en su historia. Fue una de las batallas de la Guerra de la Triple Alianza.

La Guerra de la Triple Alianza fue y es sinónimo de un enfrentamiento descarnado del que aún existen versiones cruzadas sobre su iniciación. El mismo enfrentó a las tropas de Argentina, Uruguay y Brasil frente a las de Paraguay desde 1864 a 1870. Las consecuencias fueron fatales, muchas de las que aún el pueblo guaraní no se ha podido recuperar.

En los seis años que duró el conflicto el derramamiento de sangre fue total. El Ejército paraguayo contabilizó 300.000 bajas, 160.000 más que las del Brasil, Argentina y Uruguay; y las secuelas para el país guaraní fueron trágicas: pérdida importante del territorio y una economía que quedó destrozada. En todos esos años de batallas y muertes, se destaca la de Curupaytí.

Soldados paraguayos, obra de Cándido López.

El conflicto se desató a finales de 1864 cuando Francisco Solano López, presidente del Paraguay, decidió ayudar al Partido Blanco del Uruguay que se encontraba en una feroz guerra civil con el Partido Colorado. Tanto los gobiernos de Brasil, como el de Argentina, simpatizaban con los Colorados y no dudaron en declararle la guerra al gobierno paraguayo tras una serie de cruces diplomáticos. Pero detrás de las causas «políticas», se encontraban los recelos por Paraguay, un país en pleno crecimiento económico y social.

“Después de la batalla de Curupaytí”, de Cándido López

Los soldados se preparan para morir

El 6 de septiembre comenzaron los primeros arreglos con las tropas porque originariamente la fecha del ataque sería el 17, a cinco años de la batalla de Pavón. El tiempo postergó los planes, un presagio tal vez, y finalmente el 22 se dio la orden de ataque. El presidente Bartolomé Mitre había asegurado un día antes: «Mañana yo destruiré todo eso en dos horas».

La postergación le hizo ganar tiempo a los paraguayos, y sobre todo logística, ya que pudieron terminar las defensas que levantaron en dos semanas. Se armaron parapetos y voltearon árboles llamados abatís con púas que atravesaban como nada la suela de los calzados. Se distribuyeron 13 cañones que apuntaban al río Paraguay y 36 que defendían el terreno que tenían enfrente.

A diferencia del comandante Mitre, en el campamento argentino había un presagio de que al día siguiente se derramaría mucha sangre y que sería la última noche de varios de ellos. No se equivocaron. El campo de batalla era un pantano producto de las intensas lluvias y desde la mañana fue escenario de sufrimiento y muerte.

Lucio V. Mansilla, soldado que participó en la batalla, dijo tiempo después: “Aquello era un infierno de fuego. El que no caía muerto caía herido, y el que sobrevivía a sus compañeros contaba por minutos la vida”.

La batalla duró hasta las 16:00 cuando se ordenó la retirada ante las altas cifras de muertos y heridos. Las bajas del lado aliado llegaron a un millar de fallecidos y casi 3000 heridos. Del lado de Paraguay solo 23 muertos y 69 heridos. Curupaytí fue la mayor victoria guaraní en la guerra.

Sangre presidencial derramada

Una de las bajas sensibles que dejó la sangrienta batalla fue la muerte de Domingo Fidel Sarmiento: Dominguito. El hijo del Padre del Aula le escribió una carta a su madre el día anterior donde parecía saber y aceptar que su destino estaba en el campo de batalla:

“No sientas mi pérdida hasta el punto de sucumbir bajo la pesadumbre del dolor. Morir por la patria es vivir, es dar a nuestro nombre un brillo que nada borrará; y nunca jamás fue más digna la mujer que cuando con estoica resignación envía a las batallas al hijo de sus entrañas”.

Dominguito Sarmiento

Dominguito murió desangrado, una esquirla le destrozó el talón de Aquiles. Ese día también murió Francisco Paz, hijo del entonces vicepresidente Marcos Paz.

El pintor soldado

Cándido López era fotógrafo daguerrotipista y, sin saberlo, fue uno de los primeros corresponsables de guerra. Cuando estalló el conflicto decidió unirse al Ejército. En una carta enviada a Mitre en 1887, diría: “Al presentarme como soldado voluntario en defensa de mi Patria en una guerra nacional, me propuse también servirle como historiador con el pincel”.

Cándido López

En aquella batalla perdió el brazo derecho y debió educar su mano izquierda para terminar los bocetos donde contó el horror de Curupaytí. Hoy su obra se encuentra exhibida en Bellas Artes y en el Museo Histórico Nacional.

La mayor parte de la obra de Cándido se exhibe en el Museo Histórico Nacional.

La guerra terminaría cuatro años después con victoria de los aliados, entre los tres se «repartieron» territorio paraguayo: Argentina ganó definitivamente Misiones y lo que ahora conocemos como Formosa. La derrota para Paraguay no fue solo geográfica, significó un desastre demográfico porque perdió casi el 90% de la población masculina adulta.

Un detalle, Argentina, terminó el conflicto bélico con Sarmiento como presidente. El mismo cuya sangre de su sangre fue derramada en aquel desastre de Curupaytí.

Por Yasmin Ali

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