Es un día de silencio o de luto para los católicos porque se recuerda el paso de Jesucristo entre la muerte y la resurrección.
En el Sábado de Gloria, Jesús entregó su cuerpo y derramó su sangre para el perdón de los pecados y para la salvación de toda la humanidad, y demostrar su gran amor por las personas.
La historia dice además que el sábado de Gloria la Virgen María consuela a los apóstoles de Jesús y les recuerda lo que dijo su hijo: “Al tercer día resucitaré”.
Se conmemora a Jesús en el sepulcro y su descenso al Abismo o a los infiernos. Es por eso que en muchas comunidades durante la noche se hace la bendición del fuego y del agua.
Tras el cambio solicitado por el papa Pío XII se estableció que la Vigilia Pascual se realizaría el viernes en la noche, el Sábado Santo quedó como un día de espera y el domingo como el día de la Resurrección. Aunque su uso es incorrecto, en muchos lugares de Latinoamérica sigue llamándose Sábado de Gloria.