Con anticipación, los niños les escriben cartas a Melchor, Gaspar y Baltasar indicándoles cuál es su regalo deseado. La noche del 5 de enero, la carta se deja dentro de un zapato que acompaña un recipiente con agua y un poco de pastoen algun lugar visible del hogar.
El pasto y el agua son para refrescar y alimentar a los camellos que transportan a los Reyes Magos, tal como se hacía antiguamente en gran parte de Oriente.
Si bien las costumbres varían en cada familia, los zapatos, o algún tipo de calzado, siempre están. Hay distintas teorías que explican el origen de este gesto.
La leyenda cuenta que dos compañeros de juegos de Jesús, al verlo siempre descalzo, le regalaron sus propios zapatos, que dejaron un día por la noche en la ventana de su casa. Al día siguiente, su calzado apareció de vuelta lleno de regalos en recompensa a su bondad.
Otra tradición explica que el motivo para colocar los zapatos en víspera de la llegada de los Reyes Magos, es para que ellos puedan conocer el número de personas que habitan en la casa, y por el tamaño del zapato, el tipo de regalo que deben dejar.
Una versión similar alude a que cada miembro de la familia debe dejar un zapato viejo con pasto para que los camellos en los que viajan los magos se alimenten. Estos deben colocarse a una distancia prudente para que los animales alcancen la comida a través de una ventana o algún otro lugar abierto. En recompensa, los magos dejarán un regalo.
Y hablando de animales, aunque se dice que era un dromedario, un caballo y un elefante, la historia señala que Melchor, Gaspar y Baltasar usaban camellos para seguir la estrella a Belén. Una vez cumplido su propósito, tardaron en volver a sus reinos 13 años, pues la estrella que los guiaba había desaparecido.