Otra semana de crímenes violentos sacudió distritos socioeconómicamente complejos de la provincia de Buenos Aires en Argentina. Con un promedio de más de dos homicidios por día y la normalización de los robos en las zonas de mayor tránsito, comerciantes y vecinos del área metropolitana de la capital nacional demandan acción del Estado.
El recrudecimiento de la inseguridad volvió a generar dolor y hastío en la sociedad argentina. Después de un mes de octubre en el que se vivió una seguidilla de robos y homicidios en las calles, en la primera semana de noviembre hubo ocho asesinatos solo en el municipio de La Matanza, principal distrito del cordón urbano que rodea la capital nacional, que volvieron a despertar preocupación e indignación.
Roberto Sabo, de 45 años, murió por recibir cuatro disparos a quemarropa en un intento de asalto dentro del kiosco que pertenece a su familia desde hace 40 años, el domingo 7 de noviembre, en el centro de la localidad matancera de Ramos Mejía.
«Esto es así todos los días. Las empleadas de una fábrica acá a la vuelta me piden hacer llamadas porque ya no traen los celulares para que no las roben. Acá no hay cámaras de seguridad, las que hay son propias de los comercios. Hay un centro de monitoreo, pero está vacío, no hay plata para el personal», dijo a Sputnik Eugenia Schmiel, dueña de otro kiosco ubicado a dos locales de distancia del de la familia Sabo, sobre Avenida de Mayo al 800.
Una menor de 15 años y un hombre de 29 años, quien en 2020 había recuperado la libertad después de más de cinco años de estar preso, fueron detenidos como coautores del crimen después de intentar darse a la fuga en un auto robado.
El asesinato fue la gota que rebalsó el vaso para los comerciantes independientes y algunos vecinos de la zona, acostumbrados a los hurtos callejeros y enojados por la falta de control policial. Esa noche, una decena de indignados se acercó a la comisaría ubicada a tres cuadras para reclamar. Quemaron una llanta y hubo gritos e insultos.
«Yo trabajo acá hace 10 años. Que haya muertos no es lo normal, pero esto es el colmo. ¿Encima de que nos roban los ladrones y los políticos ahora tenemos que soportar que nos maten? La Matanza es el nuevo Rosario», se quejó la comerciante.
Schmiel hacía alusión a la violencia vinculada al narcotráfico que vive aquella ciudad de la provincia de Santa Fe (centro-este), minutos antes de mostrar la pistola de aire comprimido que esconde debajo del mostrador como medida de defensa personal, explicó.
Eugenia, que además es vecina del barrio, aseguró que el hartazgo de los comerciantes tiene que ver con que el asesinato de su colega se suma no solo a los robos sino a la corrupción que, asegura, es trasversal a la política del municipio y a la fuerte presión económica por el aumento en los alquileres, impuestos locales y tarifas de servicios.
Desequilibrios y reclamos
El mismo domingo 7 de noviembre, pero a la noche, René Parra, de 78 años, referente social del barrio Villa Dorrego, en la localidad de González Catán, también en La Matanza, murió asesinado de 14 balazos en la puerta de su casa, horas después de una charla sobre el avance delito y el narcotráfico. Era el octavo homicidio en una semana en el distrito.
Al día siguiente, se convocó a una marcha en Ramos Mejía en la que participaron el padre y deudos del kiosquero, así como otros grupos de familiares de víctimas de robos violentos en el conurbano bonaerense. La Policía colocó un cordón para evitar la llegada de la multitud al precinto y hubo enfrentamientos seguidos de represión con gases lacrimógenos.
Hasta noviembre de 2021, las fiscalías bonaerenses iniciaron al menos 703 causas por homicidios, que pueden incluir más de una muerte, en la provincia de Buenos Aires, de lo que surge un promedio diario de más de dos por día, según la estadística judicial provisoria.
«Como la salud y la educación, la seguridad es competencia de la provincia de Buenos Aires. La crítica por falta de cámaras y monitoreo es certera. En La Matanza se necesitan tres o cuatro centrales, con personal capacitado y eficiente, que debe ser contratado. Pero el presupuesto y cantidad de agentes municipales es el más bajo en términos de relación cuantitativa de Argentina», dijo a Sputnik Miguel Saredi, concejal municipal.
En La Matanza existen alrededor de 7.000 policías desplegados en el territorio, a los que se sumaron 500 nuevos agentes de fuerzas de seguridad envíados por el Gobierno nacional como refuerzo. En la actualidad, la Policía bonaerense tiene cerca de 95.000 efectivos y es la más numerosa en el país, por encima de la Policía federal. Más del 40% son mujeres.
En septiembre de 2020, la policía bonaerense protagonizó un polémico reclamo salarial, de mejoras en las condiciones laborales y de los presupuestos para uniformes y móviles, con una llamativa e inédita movilización de agentes en el centro logístico departamental de La Matanza.
Como respuesta, el presidente nacional, Alberto Fernández, anunció la creación de un fondo de fortalecimiento financiero fiscal especial para la provincia de Buenos Aires, que se extraería de las transferencias hasta ahora otorgadas a la capital nacional, porcentaje de coparticipación que había recibido durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019).
Según cifras de la Procuración bonaerense, los robos con armas aumentaron 8% entre 2016 y 2019, con un declive durante 2020. Argentina tuvo en 2020 una tasa anual de 5,3 homicidios por cada 100.000 habitantes y un total de 2.415 víctimas, según el Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC).
Se trata de una de las cifras más bajas de los últimos 20 años, idéntica a 2018 y solo mayor al 5,1 de 2019. Si bien todavía no hay datos para 2021, las autoridades anticipan que los homicidios y los asaltos violentos tuvieron un aumento significativo en 2021, al relajarse los protocolos sanitarios de la pandemia.
Territorios inabarcables
«La Matanza más que un municipio es casi una provincia, sería la quinta de toda Argentina, con la diferencia de que no tiene los recursos económicos, de infraestructura, tecnológicos, con 60 veces menos presupuesto que la ciudad de Buenos Aires y no tanta diferencia en cantidad de habitantes», enfatizó el abogado y referente del Partido Federal.
Con 2,4 millones de habitantes, el municipio de La Matanza es el segundo distrito más poblado de Argentina después de la capital nacional y es el más grande de la provincia de Buenos Aires, con una superficie de 325 kilómetros cuadrados que se extiende hasta el kilómetro 47 de distancia del epicentro porteño.
Se trata de un sitio decisivo para el peronismo gobernante a nivel nacional y provincial. En las elecciones legislativas del 14 de noviembre, donde el oficialismo perdió en el distrito bonaerense por menos de 2%, el Frente de Todos arrasó en La Matanza con casi el 48% de los votos.
Su intendente es Fernando Espinoza, quien tomó el control del municipio en 2005. En 2015 fue reemplazado por su mano derecha, Verónica Magario, quien en 2019 se transformó en vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, y Espinoza volvió a tomar las riendas.
El Frente de Todos se impuso en 24 de los 40 distritos del conurbano bonaerense, sobre todo en los municipios más populosos, que conforman los tres cordones del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la mancha urbana más grande del país, con una extensión aproximada de 13.000 km2.
El conurbano tiene 12 millones de habitantes y en toda la provincia viven 16 millones, un casi tercio de la población nacional y 40% del electorado. Es también donde vive la mayor parte de los habitantes más vulnerables: 60% de los argentinos que se encuentran por debajo de la línea de pobreza (42% de la población) viven en el AMBA.
«Los municipios dependen de la recaudación provincial y de recursos propios. En uno pobre como La Matanza, donde hay más de 150 villas y asentamientos, no podés cobrar muchos impuestos. En Ramos Mejía, una zona más pudiente y catastralmente más registrada, pagan más que en González Catán o Laferrere, en el segundo cordón. De ahí viene la queja de muchos vecinos. Es un tema de solidaridad, un valor no muy apreciado hoy», comentó Saredi.
El conurbano es un territorio de contrastes, con zonas ricas muy desarrolladas y áreas marginalizadas sin ningún tipo de infraestructura. A diferencia de lo que ocurre con la coparticipación entre el Estado nacional y las provincias, donde reciben un porcentaje de la recaudación fiscal según su población, no existe tal dinámica hacia dentro de la provincia.
Según el Relevamiento Nacional de Barrios Populares, en el conurbano hay más de 1.600 barrios informales —villas semiurbanizadas y asentamientos de emergencia—, donde viven alrededor de un millón de personas. El 15% carece de agua potable y 30% no cuenta con red cloacal.
«Hay una solución urgente que es darle los fondos de acuerdo a la cantidad de habitantes a cada municipio y a cada provincia, y otra de fondo y estratégica que es la descentralización de Argentina para terminar con los grandes conurbanos», argumentó el coautor del libro Un nuevo desafío urbano: hacia un nuevo paradigma, que propone fortalecer las ciudades intermedias del interior de la república.
Fuente Sputnik. Por Francisco Lucotti