En una entrevista con Infobae, el ganador de la presea dorada en Beijing 2008 junto a Juan Curuchet rememoró sus aventuras en los Juegos Olímpicos, contó cómo ayuda a las nuevas generaciones y por qué mira su medalla en sus peores días.
Si se habla de ciclismo en Argentina, uno de los primeros nombres que surgen en la mente de los fanáticos del deporte es el de Walter Pérez. El oriundo de Isidro Casanova (46 años), junto a Juan Curuchet, hizo historia en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 al quedarse con la medalla de oro en la prueba Madison. Ésta es la única presea que obtuvo el país en esta disciplina.
Pero llegar a la gloria deportiva no le fue fácil. Tuvo que levantarse luego de duros golpes e incluso estuvo a punto de largar todo debido a la falta de apoyo económico. Sin embargo, la que iba a ser su última carrera le cambió la vida deportiva.
Actualmente es entrenador de ciclismo en pista. Y desde el año 2016 soy es el presidente de la Comisión de Atletas en el Comité Olímpico Argentino. También trabaja en la parte de fortalecimiento en el ENARD, el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportiv
«Mi nombre quedó vinculado a los Juegos Olímpicos porque competí en 5 y tuve la fortuna de ganar en Beijing la medalla de oro junto a Juan Curuchet. Cada vez que se acerca un Juego Olímpico pienso en la emoción, en esa llama que tenemos todos los deportistas que alguna vez estuvimos en esta clase de eventos. Tengo recuerdos fantásticos de todos los Juegos», recordó.
- ¿Qué cambió en su vida obtener una medalla?
«Al principio, lo primero que me cambió es que antes me sacaba 5 fotos, y después me saqué millones. Siempre digo en chiste, que si cobraba un peso por cada foto que me saqué, hoy sería millonario. Una anécdota muy linda que tengo es de cuando llegué a la Villa Olímpica con la medalla. Estaba saliendo Manu Ginóbili. Me felicita y me dice ‘preparate ahora, porque antes te pedían un autógrafo y no todo el mundo tenía papel y lápiz. Ahora todo el mundo tiene celular y te van a pedir una foto. Te vas a sacar millones’. Y fue así. Eso fue lo que más me cambió en la parte normal. En lo otro, no. Yo seguí entrenando, compitiendo, tratando de dejar a Argentina en lo más alto, con nuevos objetivos. Porque a veces, cuando llegas a lo más alto, decís ‘¿Y ahora qué?’. Buscás otros objetivos para entrenar de la mejor manera».
- ¿Y para el ciclismo, qué cambió?
«Creo que aportamos un granito de arena. Se hizo más conocido en Argentina. Luego nació el ENARD, y el ciclismo tuvo un buen presupuesto. También a que el ciclismo argentino sea reconocido a nivel mundial. Que dos argentinos llegaron al tope mundial», detalló.
- ¿Cómo transitó tu retiro, el dejar de hacer lo que hizo toda la vida?
Para finalizar dijo: «Fue difícil también. Porque no lo anuncié, pero todos sabían que no iba a correr más. El 80 por ciento de mis ingresos eran por becas, y ahí se cortó. Enseguida tuve que pensar qué hacer. No es que tenía una cuenta bancaria para hacer un año sabático. Tenía que comenzar enseguida a generar recursos para seguir viviendo. Ahí dije que quería seguir vinculado al deporte. Fui al ENARD, y les planteé esto: si me voy a trabajar de otra cosa, todo lo que aprendí, toda mi experiencia en estos 30 años en alto rendimiento, me lo llevo conmigo, y la verdad que no quiero. Quiero volcarlo en las futuras generaciones, a todos los deportistas. Para que ellos no cometan los mismos errores que cometí. Justo estaba el proceso de Buenos Aires 2018, los Juegos Olímpicos de la Juventud, y el ENARD me dijo de comenzar a trabajar en la parte de fortalecimiento, darles charlas a los chicos, mostrarles un camino, porque los chicos en ese momento tenían 13, 14 años y no sabían lo que es el alto rendimiento. Ellos hacían un deporte, y había que cambiarles la cabeza para estar en un Juego Olímpico de la Juventud»
Fuente Infobae.