Por LOPEZ CARRIBERO
El Penalista del Conurbano

Hace un tiempo he leído varios artículos periodísticos, o simples posteos en redes sociales, algunos pertenecientes a amigos, a colegas, a periodistas y o tras personas.

Todos, haciendo referencia a la Justicia en el Conurbano Bonaerense. En principio, debo confesar que mientras leía cada párrafo, no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa pícara, luego, a medida que avanzaba con la lectura línea tras línea, estaba esperando ansioso que el autor revele que en realidad, estaba hablando irónicamente y todo lo que había expresado en párrafos anteriores era una burla para el lector, pero… Al finalizar el texto, me quedaba boquiabierto sin comprender cómo una persona con tanto renombre, podría escribir semejantes atrocidades, casi como subestimando al 64% de los habitantes de la provincia de Buenos Aires que convivimos en el Conurbano.

Todo me llevó a pensar en una sola cosa: El Conurbano no es para cualquiera.

En el Conurbano, se cometen cinco homicidios diarios, y no lo digo yo, sino que se registra en las estadísticas. Las calles parecen que cambian a medida que las agujas del reloj avanzan. Cuando el sol cae, las calles comienzan a quedar desiertas, y los delincuentes son dueños de ellas.

Los criminales acechan en la oscuridad tal como lo hacen las fieras en las sabanas africanas. En medio de la noche, salen a buscar a su presa, y pocas veces no logran su cometido.

Aquí, en el Conurbano, los reclusos y los jueces, no son los mismos que en CABA, no me pregunten el motivo, pero les puedo asegurar que con mi vasta experiencia, aquí las cosas se resuelven de otro modo.
A modo de ejemplo, y para ubicarnos en este contexto histórico por el cual atraviesa nuestro país con la invasión del COVID-19, ¿Podría alguien imaginar qué sucedería si se flexibilizara la cuarentena para todos aquellos “runners” y deberían salir a realizar sus actividades físicas desde las ocho de la noche, a las ocho de la mañana? ¿Sería utópico, no es así?

En el Conurbano, aquel valiente que se anime a salir a realizar actividades físicas en ese rango horario, probablemente, regrese a su casa sin celular, sin reloj, sin bicicleta e incluso, sin zapatillas. En realidad, eso sería en el mejor de los casos, porque considerando las cifras que he mencionado anteriormente, me animaría a decir que aquel deportista jamás regresaría a su casa, y su familia debería enterarse de su muerte en primera plana de todos los canales de noticias matutinos.

Entonces, amigos y colegas de renombre en CABA, ojo cuando vengan para el GBA, el Conurbano no es para cualquiera.