En Laferrere, Gerli y Banfield, es el hombre que más pasiones levanto con una pelota bajo la suela. Para el pueblo futbolero, un sinónimo del fútbol de ‘potrero’, ese que tanto identifica a los argentinos y que va quedando en el pasado. Para sus compañeros, un «Loco lindo» gracioso, carismático, simpático. Un pelado de 1,68 mts que se divertía ‘jugando a la pelota’, no al fútbol. En el día de su cumpleaños 46, recordamos a José Luis Sánchez, un verdadero icono del potrero popular de nuestro país.

Nacido un 26 de Mayo de 1974 en La Tablada, José Luis Sánchez llegó a los 13 años y se crió en el barrio de Gregorio de Laferrere, en el corazón del populoso partido de La Matanza, distrito ubicado en el Oeste del Gran Buenos Aires. Creció en una casa entre las calles Del Tejar y Soberanía Nacional, a metros del potrero «Los Rojitos». En aquella canchita jugaban los hermanos mellizos de José, quienes eran mayores que el. Los Sánchez, hijos del garrafero ‘Don Raymundo’ -de ahí el mote ´Garrafa´-, traían la fama de ser buenos con la pelota en los pies.

Al principio, a José, no lo dejaban jugar, por miedo a las patadas y porque todos tenían la ilusión de que llegue a la primera del Deportivo Laferrere, club del cual eran hinchas. Para cuidarlo hasta le escondían el único par de zapatillas que tenía. Pero un día José se encaprichó y se sentó en la mitad de la cancha, si no jugaba él no jugaba nadie. El equipo de sus hermanos y los rivales habían decidido sacarlo porque era más chico y porque estaba descalzo. Pero esa tarde de sábado, la decisión se estrelló contra la personalidad de un chico al que era imposible marcarle la cancha. Tras discusiones, insultos y amenazas, el equipo rival aceptó que jugase porque pensaban que tenían una ventaja; los hermanos jugaron con el miedo de saber que lo podían lastimar. Apenas pudieron darle un solo patadón dentro del área, que nadie dudó que era penal. En patas agarró la pelota y la puso en el lado contrario para donde voló el arquero, un estilo que mantuvo José toda su carrera.

En el año 1989, ingreso en las categorías inferiores del Deportivo Laferrere, donde debutó en la Temporada 1993/94 de la Primera B Nacional, a los 19 años, disputando el ‘Clásico Matancero’ frente al Club Almirante Brown de Isidro Casanova, el 26 de noviembre de 19931993. A pesar de que su técnico, José Argerich, lo ubicó en la cancha en la posición de marcador lateral izquierdo ya que en el doble cinco estaba la dupla Navarrete-Stoyanchaqui, se las ingenió para hacer sobresalir su juego. Marcó su primer gol jugando para Deportivo Laferrere en un partido disputado contra Colón de Santa Fe, a pesar de sufrir la derrota por 1-6. El último partido en el Verde de La Matanza fue el 5 de julio de 1997 en el Eduardo Gallardon de Lomas de Zamora, en la victoria 3-1 frente a El Porvenir, club donde iba a jugar la próxima temporada.

Los tiempos en Gerli fueron a un nivel altísimo. Además de ascender al Nacional B, el equipo casi consigue subir a Primera de la mano de Leonardo Caro Madelón. Pero lo que más recuerdan de esa temporada es un partido del que no hay registro, apenas algunos hinchas de El Porve y los jugadores pudieron ver aquel acto de magia. La selección Argentina de Daniel Passarella se preparaba para el Mundial de Francia 98 y jugaron contra el equipo blanquinegro. ‘Garrafa’ estaba iluminado y Leonardo Astrada, Diego Simeone, Juan Sebastian Verón, Matias Almeyda y Roberto Ayala no supieron cómo sacarle la pelota. Las crónicas de la época hablaron de un 4 a 3 para la selección del Kaiser ¿Lo real? Perdieron 3 a 1 y José les hizo un golazo y metió dos asistencias. “¿Quien es ese viejo?”, preguntó Marcelo Gallardo totalmente admirado por los pocos pelos de Garrafa y esa zurda que apenas tenía 24 años.

Tuvo un breve paso en Bella Vista de Uruguay, devolviéndolo a la Argentina la enfermedad de su padre. Ni la Copa Libertadores de América que iba a jugar con los uruguayos, ni el pedido de la familia, le hizo cambiar de idea. Dejó el fútbol para estar con Don Raymundo. Fueron 8 meses vendiendo garrafas y haciendo pozos de baño. Cuando decidió volver al ruedo tuvo dos llamados: uno de Ferro en Primera y otro de Banfield en el Nacional B.

El Club Atlético Banfield fue el equipo en el cual se desempeñó entre los años 2000 y 2005. Allí sí logra jugar el torneo continental, dentro del marco de una recordada temporada 2004/05 de ese cuadro, en la cual pierde en cuartos de final con River Plate. Dos de sus actuaciones más destacadas dentro del cuadro del sur fueron estas: un partido frente a Nueva Chicago, en su debut en el club, en el cual derrotó por 6 a 1, anotando un gol a los 28 minutos del segundo tiempo. El encuentro fue disputado en el Estadio Florencio Sola, casa del club del sur. La otra actuación que lo tuvo como protagonista fueron las finales de ascenso frente a Quilmes, a fines de la temporada 2001, especialmente en la segunda final, el partido decisivo. Allí, el ‘Taladro’, consiguió ascender a Primera División.

Volvió al Deportivo Laferrere en 2005. El regreso fue un sacudón, porque su contrato era alto para la Primera C. Conociendo esta situación, al primer día de entrenamiento llegó con una bolsa con 20 pares de botines nuevos para los chicos de la cuarta división que se entrenaban con la primera. De la solidaridad a la locura no había distancia para el 10.

Unas semanas después, una travesura le salió mal. Salió con la moto el mediodía del 8 de enero del 2006 para ir hasta lo de un amigo a unas cuadras. Dicen que en la esquina la quiso “colgar” -andar en una rueda- pero una mala maniobra lo tiró por los aires. Luego de dos días internados en la Clínica Mariano Moreno, falleció a los 31 años de edad.

Desde el cielo, Garrafa unió a tres barrios para adorarlo. Laferrere, Gerli y Banfield son aquellos pueblos que vivieron una historia de amor y placer con José Luis. Todavía hoy vive en aquellas zonas mediante estatuas en Banfield y tribunas en Laferrere y Gerli. El fútbol no lo olvida, todavía recuerda su pisada y locura para jugar. Un icono del estilo de potrero, del juego en una Baldosa.

Fuente Gol Político
Agustín Matías Piñán