APDH La Matanza, solicita a quienes puedan acercarse al Hospital de Niños ya que se necesitan 30 dadores de sangre, de cualquier grupo y factor, para un niño de 13 años que, mientras alcanzaba ladrillos a su papá, fue tiroteado por narcos en Rafael Castillo; su estado es crítico.

Los dadores deben ser personas que no se hayan hecho tatuajes en los últimos 12 meses. Deben acercarse al Hospital de Niño de San Justo, ubicado en la calle Dr. Ramón Carrillo 4175, de San Justo.

Andrés de 13 años ayudaba a Sandro Arrúa, su papá. Lea alcanzaba los ladrillos con los que levantaban una pared dentro de su casa, en Rafael Castillo. De repente, afuera, estallaron los estampidos típicos de las armas gatilladas, el ataque de cinco sicarios al frente de la casa de un presunto narco. Una de las balas se coló dentro de la humilde vivienda situada en Larsen 5100 y alcanzó al chico en la axila derecha; el proyectil, en su recorrido, le afectó la médula. Ahora el menor está en estado crítico, internado en terapia intensiva; perdió un pulmón, el brazo y no puede mover las piernas.

Ocurrió el 19 de este mes, a las 18.30; según dijeron a LA NACIÓN fuentes policiales, los testigos vieron que cinco delincuentes-dos en una moto, tres a pipe- iban por la cuadra con un solo objetivo: tirotear la casa de Brian Medina, vecino de los Arrúa. Un sexto delincuente estaba en la esquina, en un auto, de campana. «Lo vinieron a buscar a él. No conocían la casa. Fuerona  preguntar la dirección de la casa de Medina a la remisería de la esquina para tirotearla», dijo una tía de Andrés, en referencia a los delincuentes que tirotearon la casa del vecino al que, en el barrio, todos señalan como narcotraficante.

El miércoles pasado, cuando las sombras ya se alargaban sobre las calles de Rafael Castillo, los delincuentes ya casi llegaban a la casa del hombre que habían ido a buscar cuando vieron que el herrero salía de la vivienda y pasaba justo por delante de la puerta de los Arrúa. En ese momento los sicarios abrieron fuego. Una bala impactó en una pierna del herrero; otra le dio al chico cuatro centímetros por debajo del hombro derecho, justo cuando extendía su brazo para alcanzarle el otro ladrillo a su padre.

En la casa de los Arrúa, además de padre e hijo, estaba la madre de la víctima, Rocío, de 32 años, que, embarazada de siete meses, estaba recostada en su cuarto cuando atronaron los disparos. Por allí también estaban las dos hermanas de 15 y 10 años.

Cuando se acalló el eco de los disparos, los vecinos salieron a la calle a ver qué pasaba, llamaron al 911 y la ambulancia no venía. Al ver que el estado del chico se agravaba segundo a segundo, un vecino lo llevó hasta la Unidad de Pronta Atención (UPA), donde lo derivaron de urgencia al Hospital Simplemente Evita, de González Catán. Actualmente se encuentra en el Hospital de Niño de San Justo.