La Fragata logró su quinto título tras igualar sin goles ante UAI Urquiza y así se aseguró una final para llegar a Primera Nacional. Si repite la historia en el próximo torneo, ascenderá automaticamente.

Es enorme la sonrisa. Quizás hasta comparable con la de “El Joker”. Como si fuera la representación de Joaquin Phoenix, Almirante Brown fue un equipo que tuvo que pelearla de abajo No le sobró nada, tanto en lo futbolístico como en los resultados. Pero sí corazón. Entrega absoluta de este viejo villano que volvió a dar pelea y ahora aspira a lograr el bicampeonato que lo catapulte a la Primera Nacional.

“La Fragata” estuvo lejos de la especulación, más allá de mirar de reojo como empataba Flandria con el escolta Villa San Carlos en Beriso y le daba otra mano (como en el 2010 ante Sarmiento). Hubo que sufrir hasta el último minuto para festejar en un estadio Ciudad de Vicente López que parecía el Fragata Presidente Sarmiento con la presencia de 15 mil hinchas aurinegros que coparon las tres cabeceras que le asignaron, y un puñado destinado a la UAI Urquiza.

Almirante fue a buscarlo de arranque, merodeaba el área como un león que busca su presa. “El Furgonero” se paraba de contra e inquietaba. Agustín Dattola era una muralla y dejaba la vida para evitar cualquier sorpresa. El Aurinegro tocaba en el medio, y se daba una interesante sociedad entre José Luis García,. “El Gurí” e Ignacio Lago, que inquietaba con sus desbordes y se auto gestionaba situaciones de peligro. Llovían los centros para Alvaro López del “Pipi”, pero sus cabezazos no encontraban la red. El conjunto matancero volvía tener dificultades para generar juego e imponerse ante un rival que esperaba cerrar el campeonato por una cuestión de calendario.
La segunda parte no tuvo muchas situaciones de peligro. Almirante dejaba pasar los minutos. Quería sentenciar la historia y festejar. Pero los universitarios no querían ser los invitados de ninguna fiesta. “La Fragata” se encontraba con algunos vientos y no podía relajarse pese a que el resultado ya le alcanzaba para desahogarse.
El partido estaba controlado, pero no fuera a ser cosa que todo se derrumbara con un soplido ante los sorpresivos ataques de la UAI, que hasta exigieron en dos oportunidades al siempre sólido Ramiro Martínez.

La hinchada entendió el mensaje y alentó en los momentos decisivos, empujando al equipo en una calurosa jornada
El árbitro José Carreras pitó el final y se desató la locura matancera. Los hinchas aurinegros tomaron el campo de juego y se fundieron en abrazos con los héroes del campeonato. La fiesta se extendió por toda la General Paz, donde podían verse una infinidad de banderas aurinegras que flameaban en el atardecer de una fecha inolvidable. Es el momento de festejar. De respirar. Ya tiene el lugar asegurado para jugar una final. Ahora, el objetivo será otro título, para poder volver a ser Nacional. Salud, campeón!

Por Hernán Lancelotte