Cambiemos y sus Ministros de Educación se extraviaron todos estos años en el laberinto de los conflictos sindicales , fueron incapaces de garantizar lo elemental -el dictado continuo de clases-, y la escuela pública parece cada vez más alejada del impulso creativo, de la innovación, y de la capacidad de generar curiosidad y motivación entre los jóvenes.

Es una escuela traumatizada, que ha perdido vitalidad y que no sorprende ni seduce a una generación que -en el mejor de los casos- va al colegio con más resignación que entusiasmo.

Dicen los artículos de estos días sobre Educación que es quizás el mayor fracaso de Cambiemos, porque se cansaron de hablar de “Sarmiento”, de “Alberdi“, y terminaron destruyendo absolutamente todo.