En un escalofriante suceso que ha conmocionado a la comunidad de La Matanza, el cuerpo de Javier Bertotto fue descubierto en su departamento de La Tablada, desencadenando una investigación que arroja luz sobre una trama mucho más siniestra de lo que inicialmente parecía. A pesar de las afirmaciones de su pareja, Débora Marín Romero, sobre un supuesto suicidio, el fiscal Adrián Arribas ha encontrado pruebas que apuntan en una dirección perturbadora.
La noche del pasado lunes, dos efectivos del Comando Patrullas Norte de La Matanza respondieron a una llamada al 911 que alertaba sobre una posible discusión familiar en una residencia en la esquina de Necochea y Perdriel, en La Tablada.
Lo que descubrieron en ese lugar trascendió ampliamente el contexto de una simple discusión. Débora Marín Romero, una persona transgénero nacida en Perú en 1981, recibió a los oficiales y declaró: «Mi marido se mató. Sacó un arma y se disparó en la cabeza».
Sin embargo, las condiciones en el departamento indicaban algo más turbio. El salón mostraba sillas en el suelo, vasos rotos y un parlante destrozado, y en la habitación principal se encontraba el cuerpo de Javier Esteban Bertotto, de 26 años, oriundo de Ciudadela, quien yacía sin vida con una herida de bala en la cabeza, junto a una pistola Beretta.
A pesar de la apariencia de suicidio, las autoridades comenzaron a sospechar que algo no cuadraba, lo que llevó a la convocatoria del experimentado fiscal Adrián Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza.
El análisis reveló que Bertotto tenía un historial delictivo, habiendo cumplido condena en un penal federal hasta marzo de este año. Por su parte, su pareja también tenía antecedentes penales por tráfico de drogas.
Los vecinos informaron sobre frecuentes disputas entre la pareja, y señalaron la presencia de cámaras de seguridad tanto en el departamento como en el edificio. Una grabación proporcionada por una vecina mostró a Bertotto ingresando al edificio con el torso desnudo y un casco de moto, seguido por Débora, quien sostenía algo en sus manos.
Sin embargo, cuando Arribas intentó revisar las grabaciones, descubrió que el dispositivo de grabación, el DVR, estaba desaparecido. Sorprendentemente, el DVR fue encontrado en un contenedor cercano y confiscado como evidencia.
Las inconsistencias continuaron acumulándose cuando Romero admitió que le habían robado su teléfono ese mismo día, pero no había denunciado el robo. Además, afirmó que Bertotto había destruido su propio teléfono y lo había arrojado a la basura, pero el teléfono de la víctima fue encontrado en la basura.
Finalmente, en la habitación donde se encontró el cadáver de Bertotto, los peritos descubrieron no uno, sino dos agujeros de bala, junto con dos vainas servidas de calibre 9 milímetros. Estas pruebas llevaron a la detención de Romero, quien ahora enfrenta acusaciones por homicidio y tenencia ilícita de arma de guerra.
Este inquietante caso sigue desarrollándose, y el fiscal Arribas está programado para interrogar a Romero en las próximas horas.