El joven cuartetero que se quitó la vida en la habitación de un hotel porteño, mientras jugaba con un arma. Había llenado estadios en todo el país y llevaba vendidos más de 200 mil discos.
Walter Olmos, el chico de la calle que se transformó en ídolo popular con su historia de vida y un carisma especial. Walter Olmos, el chico de la calle que se transformó en ídolo popular con su historia de vida y un carisma especial.
Walter Olmos se murió de una forma repentina, inesperada. Casi como su ascenso a la fama de la mano del «Potro» Rodrigo. Se mató: en la madrugada del 8 de septiembre de 2002, colocó una pistola Bersa calibre 22 en su sien, gatilló una y otra vez coqueteando con una bala de 38 milímetros que fue gastándose de a poco. No hubo manera de arreglar el daño: la «Locomotora» ya había pasado a la inmortalidad.
Con una carrera prometedora por delante y más de 150.000 discos vendidos, Walter Olmos estaba destinado a ser el heredero del cuarteto aún sin ser un hijo pródigo de la provincia de Córdoba. Fue adoptado desde Catamarca, le puso su voz a muchos de los éxitos que siguen sonando hasta hoy, y es por eso que aún siguen visitándolo en el mausoleo que ocupa en San Fernando del Valle de Catamarca.
Mucho se habló de la tumba de Walter Olmos hace exactamente un año, cuando fue bendecida ante sus familiares y amigos. Su madre le agradeció a las personas que continúan yendo a visitar al ídolo que murió con tan sólo 20 años. Hoy tendría 40, sería un adulto con una carrera que empezó y terminó tan rápido como la velocidad de un tren. Como la velocidad de una «Locomotora».
Lo único certero es que Walter Olmos descansa en su provincia natal, en un cajón bien conservado que está dentro de un mausoleo que tiene su nombre en la entrada. Incluso hay un cartel a pocos metros que, cual señal de tránsito, señala con una flecha dónde están los restos del cuartetero catamarqueño. Hay una puerta que se mantiene cerrada, lejos de ser un espacio al aire libre que se viralizó en YouTube.