Luego del escándalo que se produjo hace 14 años en Dennehy, que no cuenta con más de 200 habitantes, ese pueblo comenzó a ser conocido por los rumores que se corrían sobre sus conductas y sus frecuentes costumbres.
Una mañana de marzo del 2007, todos los vecinos amanecieron con la noticia de que habían asesinado al estilo mafioso a un hombre de 27 años que yacía tendido en el suelo, justo en la esquina de un almacén.
Se trataba de Ángel Enrique Palacios y lo habían encontrado con las manos en los bolsillos, por lo tanto, se descartó por completo la hipótesis de suicidio. Era claro que lo habían asesinado.En aquel entonces el delegado municipal, Raúl Bracco declaró ante los medios que todo resultaba muy extraño, aseguraba que la víctima había visto algo que no debía o que se trataba de un ajuste de cuentas, basándose en el modo en que lo habían fusilado.El único sospechoso por el homicidio, fue Clemente Villegas, un hombre de 32 años que había descubierto recientemente que su mujer le era infiel con la víctima.
En ese sentido, la fiscalía ordenó su aprehensión y tuvo la intención de mantener su identidad reservada, pero en aquel pueblo, era muy difícil mantener la incógnita. Todos se conocían con todos. Lorena Valbuzzi, mujer de Villegas y amante de Palacios, mantenía una relación con ambos de modo paralelo. Pero lo más impactante de esta historia que supera la ficción, fue que Villegas conocía las infidelidades de su mujer.
Ellos mantenían una relación libre, pero se amaban profundamente y ese no era un motivo para terminar su relación.El abogado penalista que desempeñó el cargo de defensor de Villegas fue Hugo Lopez Carribero (más conocido como «El Penalista del Conurbano») quien se especializa en Derecho Penal y Criminología. En este marco, y a raíz de las fuertes acusaciones de la policía contra Villegas, no tuvo más alternativas que actuar a su vez, como investigador privado de la causa, exponiendo su integridad física con tal de demostrar la inocencia de su cliente.
Fue entonces, cuando el penalista del Conurbano, descubrió que ese pequeño pueblo mantenía un secreto oculto, pero que a su vez, estaba a la vista de todos.Dennehy tenía como costumbre organizar fiestas de índole sexual en una salita de primeros auxilios, a las cuales asistían reconocidos y poderosos empresarios y políticos de 9 de Julio y alrededores. En este pueblo, las infidelidades masivas y los amoríos entre vecinos no eran tabú. Practicaban infidelidades a mansalva y ninguna relación formal o de matrimonio lo impedía.Una de las integrantes de esas fiestas, era Lorena Valbuzzi, quien había admitido públicamente serle infiel a su esposo, en más de una oportunidad, y con diferentes hombres del pueblo, pero esta confesión no tomó de sorpresa a nadie, ya que todo el pueblo sabía sobre sus amoríos, incluso su esposo también era consciente de las infidelidades de Lorena, pero nunca lo tomó a mal ya que habían pactado ese estilo de amor libre, y bajo esa modalidad, libre, se amaban con locura y eran felices.
Es por ello que de esta manera la teoría de que Villegas podría ser el único culpable del homicidio, no tenía tenía sustento alguno. Ya que de ser así, con el prontuario sexual de su esposa, y suponiendo un móvil pasional, Villegas tendría que haber asesinado a todos los hombres sexualmente activos del pueblo. Es decir que ni los celos ni la venganza eran condiciones que lo empujaban a cometer tal delito.El Tribunal Oral Criminal N° 3 de Mercedes, se dejó llevar por la reputación de Lorena Valbuzzi e interpretaron que cualquier hombre en estado sexual activo podría ser sospechoso del brutal crimen. Fue por ello que al cabo de dos años, los jueces resolvieron la absolución definitiva de Villegas por falta de pruebas, y no poder acreditar de ninguna manera su participación en el hecho.
Asimismo, el Tribunal señaló al pueblo como “el pueblo de las francachelas sexuales” una declaración que causó revuelos entre los habitantes de Dennehy, pero una definición que se ajusta perfectamente a sus costumbres.Actualmente, muchos turistas que visitaron el pueblo, tras los rumores que se corrieron sobre sus costumbres, aseguraron que los vecinos continúan manteniendo los mismos hábitos y dan fe de que han empeorado.