Las intervenciones de Alberto Fernández en territorios francamente hostiles como los programas de Eduardo Feinmann, de Joaquín Morales Solá o del cordobés amigo del dictador Menéndez, Mario Pereyra, tuvieron el mérito deconfirmar vocación de diálogo y apertura por parte del Frente de Todos, a diferencia de Macri que nunca abandona su lugar de comodidad en las entrevistas con Luis Majul o con el mismo Joaquín Morales Solá, concesivos, predispuestos y hasta obsecuentes. Sin embargo, los programas políticos, en general tienen bajo ráting y son tan parciales que es difícil evaluar si constituyen el mejor canal para llegar a ese voto dudoso.

Los timbreos en el caso de Cambiemos fueron una escenografía. No eran masivos ni los hacían los militantes. Participaban los dirigentes en unas pocas casas, muchas veces ya controladas y la filmación de ese timbreo era difundida en forma masiva. El peronismo kirchnerismo tiene la capacidad de llegar a cada casa con sus militantes, lo cual sería una forma de romper el cerco y tender puentes hacia sectores más alejados políticamente. Pero según encuestas y focus group, cualquier demostración de aparato ya sea en actos de masas o en despliegues territoriales importantes genera rechazo en una parte de la sociedad.

La organización política, que debería ser vista como un nivel alto de consciencia y participación democrática fue demonizada por las corporaciones mediáticas. Y en esa empresa de difamación se llegó, incluso, a denunciarlas como bandas de narcotraficantes. La política, la organización política, los actos donde los dirigentes comparecen ante su pueblo, han sido desprestigiados y presentados como lo opuesto de lo que son.

El imaginario del votante al que están dirigidas centralmente las estrategias electorales de las dos fuerzas políticas principales está constituido por esa línea de prejuicios. Y así la política tiende a mostrarse desprendida de estas herramientas que la han enriquecido. Para Cambiemos es algo natural porque su voto duro piensa de esa manera. El esfuerzo para el Frente de Todos es más complicado porque su voto duro se formó en la valoración y en la participación en esos niveles de compromiso político. Desde el campo popular es imposible participar de otra manera. Y lo mismo debería ser si se asume la política desde una concepción realmente democrática, aun cuando fuera desde la derecha.

Fuente El Iris Federal