Condenaron a 5 años de prisión a la dueña de un taller textil por explotación laboral

«La mujer tenía a 12 peruanos trabajando en negro más de 10 horas diarias en un local de La Matanza por $3.500 al mes»
El fallo lo dictó la Sala n°4 de la Cámara al revocar la absolución que un tribunal de San Martín había dispuesto a favor de Rina Ruíz Cerrón, titular de un taller de costura ubicado en Capitán Güemes y General Pintos, casa 14, en Villa Celina, partido de La Matanza.
Los Peruanos fueron captados en su país de origen con promesas de un buen empleo y posibilidades de progreso, los ciudadanos ingresaron a Argentina con pasajes que abonó Cerrón Ruíz y que luego se les descontaban en cuotas de sus magros salarios “en negro”.
A los extranjeros se les retenía sus pasaportes y cédulas de identidad, cumplían jornadas de más de 10 horas y vivían en el mismo lugar donde desempeñaban labores, sin llaves del inmueble, lo que impedía que pudieran salir o regresar al inmueble sin permiso. Vivían encerrados y sin poder ver la luz del día.
Se comprobó que las víctimas del taller clandestino llegaron al país entre 2013 y 2015,que ganaban aproximadamente 3.500 pesos por mes y que desconocían la ciudad de Buenos Aires o sitios cercanos al inmueble donde trabajaban en condición de esclavitud.
«La situación de vulnerabilidad de todas las víctimas operó como factor clave para la aceptación» de esas condiciones, que fueron aprovechadas por la imputada «para que trabajaran para ella y así obtener amplias ventajas económicas que no tenían su correspondencia con la retribución» que pagaba. -dijo el juez de la causa.
La investigación comenzó cuando una de las víctimas logró radicar la denuncia en la Comisaría N°6 de Villa Recondo, en junio del 2015
De acuerdo a los elementos probatorios durante la investigación, César Ruiz Cerrón, junto con su pareja Fiorella Quispe Maturano y su hermana Rina Ruiz Cerrón, sometieron a las víctimas a jornadas de trabajo que se extendían desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche de lunes a sábados, sin tener llaves para entrar o salir del lugar, donde además vivían.
Por Tomás Ortiz